Capítulo 14

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CAPÍTULO XIV

Tan pronto como leí la carta me fui a ver al amo y le dije que su hermana estaba en «Cumbres

Borrascosas» y que me había escrito interesándose por Catalina, manifestándome que tenía interés en verle

a él y que deseaba recibir alguna indicación de haber sido perdonada.

-Nada tengo que perdonarle -contestó Linton- Vete a verla si quieres, y dile que no estoy enfadado sino

entristecido, porque pienso, además, que es imposible que sea feliz. Pero que no piense que voy a ir a verla

Nos hemos separado para siempre. Sólo me haría rectificar si el puerco con quien se ha casado se marchara

de aquí.

-¿Por qué no le escribe unas líneas? -insinué suplicante.

-Porque no quiero tener nada en común con la familia Heathcliff -respondió.

Tal frialdad me deprimió infinitamente. En todo e tiempo que duró mi camino hacia las «Cumbres» no

hice más que pensar en la manera de repetir, suavizadas, a Isabel las palabras de su hermano. Dijérase que

ella había estado esperando mi visita desde primera hora. Al subir por la senda del jardín la distinguí detrás

de una persiana y le hice un signo con la cabeza, pero ella desapareció, como si desease que no se la viera.

Entré sin llamar, sin más dilación. Aquella casa, antes tan alegre, ofrecía un lúgubre aspecto de

desolación.

Creo que yo en el caso de mi señora hubiera procurado limpiar algo la cocina y quitar el polvo de los

muebles, pero el ambiente se había apoderado de ella. Su hermoso rostro estaba descuidado y pálido y tenía

desgarrados los cabellos. Al parecer, no se había arreglado la ropa desde el día antes.

Hindley no estaba. Heathcliff se hallaba sentado ante una mesa revolviendo unos papeles de su cartera.

Al verme me saludó con amabilidad y me ofreció una silla. Era el único que tenía buen aspecto en aquella

casa; creo que mejor aspecto que nunca. Tanto había cambiado la decoración, que cualquier forastero le

habría tomado a él por un caballero y a su esposa por una mendiga.

Isabel se adelantó impacientemente hacia mí, alargando la mano como si esperase recibir la carta que

aguardaba que le escribiese su hermano. Volví la cabeza negativamente. A pesar de todo, me siguió hasta el

mueble donde fui a poner mi sombrero, y me preguntó en voz baja si no traía algo para ella.

Heathcliff comprendió el objeto de sus evoluciones, y dijo:

-Si tienes algo que dar a Isabel, dáselo Elena. Entre nosotros no hay secretos.

-No traigo nada -repuse, suponiendo que lo mejor era decir la verdad-. Mi amo me ha encargado que diga

a su hermana que por el momento no debe contar con visitas ni cartas suyas. Le envía la expresión de su

afecto, le desea que sea muy feliz y le perdona el dolor que le causó. Pero entiende que debe evitarse toda

relación que, según dice, no valdría para nada.

La mujer de Heathcliff volvió a sentarse junto a la ventana. Sus labios temblaban ligeramente. Su esposo

se sentó a mi lado y comenzó a hacerme preguntas relativas a Catalina. Traté de contarle sólo lo que me

Cumbres Borrascosas-Emily Bronte (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora