Casa de Harmony, una hora más tarde...
Melissa respiró y espiró varias veces antes de tocar al timbre. Había estado allí miles de veces, pero siempre le entraba aquel nerviosismo cuando tenía que hablar con alguien. Miró el reflejo que le devolvía el cristal y retiró rápidamente su mirada. Odiaba ser tan insegura, pero por mucho que lo intentara era algo innato en ella, imposible de eliminar. La puerta se abrió y la joven dio un respingo.
— ¡Hola, Mel! —Le saludó la madre de su amiga, una mujer con el mismo cabello rubio, pero de ojos verde oliva—. Harmony está en su habitación, pasa.
—Gra-gracias —Dijo con un hilo de voz y subió rápidamente las escaleras. Tocó dos veces la puerta tras la que estaba Harmony y se detuvo hasta que le dejara entrar.
—Adelante —Melissa la abrió y vio a su mejor amiga paseándose por toda la habitación, un poco nerviosa. Tenía los ojos algo enrojecidos, como si hubiera vuelto a llorar, pero aquella tristeza que reflejaron sus ojos pasó a convertirse en alegría—. Mel, ¡por fin! Tengo cosas que contarte, ¡creo que he descifrado parte del acertijo!
— ¿En serio no pudiste esperarme? A ver, cuéntame —Dijo la chica acercándose a la mesa repleta de varios apuntes.
—En primer lugar está el número. Se supone que no es ni impar ni decimal, por lo que números como pi, fi, uno, tres y compañía quedaban descartados. Fue entonces cuando me fije en el ocho y ¡pum! La respuesta estaba delante de mis narices.
— ¿El ocho? ¿Cómo puede ser infinito un ocho?
Harmony puso los ojos en blanco y agarrando bolígrafo y papel dibujó el número. Le dio un giro de noventa grados al folio y fue entonces cuando Melissa cayó en la cuenta.
— ¡El símbolo del infinito! Madre mía, ¿cómo puedo ser tan tonta?
—Había que caer, no te preocupes por eso —Dijo restándole importancia. Luego prosiguió con el acertijo—. Lo siguiente es lo del ave que no vuela y vestía frac. No fue hasta ver las noticias sobre el trozo de hielo que se ha desprendido de la Antártida cuando caí en la cuenta de que animal se trataba: el pingüino.
—Pues ahora que lo dices tienes razón, van con esmoquin. Además, ¡son tan cuquis! Ojalá tener dinero suficiente para comprarme el peluche de Private.
—Pues yo cogería el de Skyper, que es el que más mola.
— ¡Skyper es un aburrido! —Señaló Mel resoplando.
—Bueno, sigamos. No tengo ni idea de que es lo blanco y donde se repara, es lo único que no he conseguido descifrar. Sin embargo, está la parte donde dice "El saber no ocupa lugar". ¿A qué crees que se refiere?
—Mmm... ¿A un libro?
— ¡Exacto! ¿Y donde hay una mayor cantidad de libros?
— ¡En la biblioteca, por supuesto! Un momento. ¿Estás pensando lo mismo que yo?
—Si te refieres a que la respuesta tal vez se oculte en la biblioteca de la ciudad, sí, pienso lo mismo que tú.
—Guay. Por cierto, yo también he hecho un poco de investigación previa. Petricor es el nombre dado al olor a tierra mojada. Ya sabes, cuando hace tiempo que no llueve y empieza a chispear.
—Podría ser una pista. En fin, ¿nos vamos?
—Vale. Pero antes, ¿puedo usar el baño?
—Claro —Aceptó al mismo tiempo que Mel salía corriendo hacía la habitación de al lado. Harmony dobló el folio varias veces y se lo metió al bolsillo. Echó un vistazo a la ventana donde podía verse el cielo encima de las demás casas y sonrió.
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La melodía de cuerdas
FantasyEl repentino suicidio de una profesora provoca cierto revuelo en la ciudad de Haversmooth, Kentucky. Nadie sabe la causa de que haya decidido cometer tal acto y la única pista reside en una nota con un acertijo dirigido a sus alumnos, el cual debe s...