3 Misterios.

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Bar New horizont, 0:02...

El local estaba bastante concurrido y la gente disfrutaba de la noche, tomando copas o hablando entre sí. Rosemary y Frank fueron directamente al barman, quien se sorprendió al ver al hombre acudiendo allí de nuevo.

—Vaya, hola Frank. No te esperaba tan pronto...

—Hola Bill. Quisiera hacerte unas preguntas si no es mucha molestia —Le pidió el policía.

—... De acuerdo, dispara.

—Te sonará extraño pero... ¿ha ocurrido algo mientras he estado aquí hace un rato?

El hombre no entendía muy bien a que venía esa pregunta, pero no tardó mucho tiempo en contestar.

—Solo lo de la chica, pero ya se la han llevado al hospital. ¿Por qué? ¿Estás preocupada por ella?

—Dime tan solo como ha sucedido todo, ¿vale?

— ¿Seguro que estas bien? —Le preguntó Bill, preocupado por el nerviosismo en el que parecía estar sumido Frank.

—Lo estaré cuando me cuentes que es lo que ha ocurrido durante mi estancia. ¿Qué le ha pasado a esa chica? Haz como si yo no hubiera estado presente y relátamelo todo con pelos y señales.

—No sé qué mosca te habrá picado, pero vale. Estaba en la barra limpiando vasos cuando de golpe una multitud se ha reunido justo ahí —Señaló el barman—. Parecía que tratabas de reanimar a una joven que había perdido el sentido y al recobrarlo decía que no recordaba nada de lo que le había pasado. Luego de darle agua, dijiste que te tenías que ir a hacer algo importante y que avisáramos a una ambulancia. Se la llevaron hará cosa de quince minutos...

— ¿Dijo su nombre o algo? Necesito localizarla cuanto antes.

—Creo que se llamaba Saige, pero no dijo su apellido. Siento no darte más información.

—De acuerdo, muchas gracias Bill.

—De nada, para eso estamos.

Una vez en la calle Rose se cruzó de brazos, pensativa.

—Oye Frank, tal vez deberías tomarte la noche libre y hacer caso al jefe. Mañana después de hablar con la forense podríamos ir a ver a esa chica si te apetece.

—Está bien, pero dame tu opinión, Rose. ¿Qué crees que ha podido pasar?

—No lo sé, pero parece muy extraño que tanto tú como esa chica hayáis sufrido un desmayo de las mismas características. Ya veremos de qué se trata.

—De acuerdo. Hasta mañana.

—Adiós.

Cada uno tomó direcciones opuestas, Rosemary hacia el coche patrulla y Frank hacia su hogar. Mientras abría la puerta, este último se fijó en el cielo y resopló. Para él iba a ser una larga noche.

Al día siguiente, instituto de Haversmooth, pabellón de deportes...

El lugar había sido acomodado para la última despedida hacia la profesora. Muchos de los alumnos y profesores ya estaban sentados, entre ellos Hunter. Sujetaba la piedra azul que se encontraba en su bolsillo con los dedos, como si temiera que saliera corriendo en cualquier momento. El director dirigía unas palabras hacia los presentes, pero el chico no le prestaba atención. Su vista estaba fijada en la imagen proyectada de Naomi en la que salía con aquella característica sonrisa suya. Fue observando a todos a su alrededor por simple curiosidad y se encontró de todo: alumnos llorando, otros guardando la compostura o simplemente charlando entre ellos como si nada. Fue entonces cuando se fijó en Harmony, quien lloraba sin parar abrazada a una Melissa que se debatía entre intentar consolar a su amiga y desahogarse como ella. Hunter las conocía tan solo de vista a pesar de que eran compañeros de clase. No era una persona muy sociable y casi siempre andaba solo, por lo que no era muy popular.

La melodía de cuerdasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora