Al cabo de unas horas, Camila despertó, encontrándose en la oscuridad de su habitación con una toallita húmeda en la frente. En su mente buscó algo que le sirviera para recordar lo ocurrido, pero fracasó en el intento.
Tocaron a la puerta de su habitación, y Camila se levantó con ayuda de sus muletas para poder abrir la puerta. Sofía estaba al otro lado con una cálida sonrisa en sus labios.
- ¿Cómo estás? - Sofi entró al cuarto, sentándose a pies de la cama.
- Bien, bien... - Una lejana imagen pasó por su mente, y unos bellos ojos verdes inundaron sus pensamientos- ¿Dónde está Lauren?
- ¿Lauren? ¿Quién es Lauren? - Dijo Sofi, ladeando su cabeza algo confundida. Camila la miró un momento, pensando que su hermana le estaba tomando el pelo, pero ese pensamiento cambió al ver que Sofía, al parecer, no recordaba a Lauren.
- Lauren , Sofía. Lauren Jauregui, la chica del cementerio. - La expresión de Sofía se intensificó al escuchar eso último.
- Mila, hace unas horas te acaban de dar el alta del hospital, y la última vez que fuiste a ver a mamá y a papá, fue hace dos semanas. Y si recuerdo bien, no había alguna Lauren Jauregui cerca. - explicó Sofi con lentitud, pensando que su hermana estaba algo afectada por la anestesia. Camila se acercó hasta Sofi, sentándose a su lado en el borde de la cama.
- Sí hay una Lauren, Sofi. - Explicó seriamente, observando a su hermana- La chica de ojos verdes y... - Su voz se apagó al no recordar nada más. Camila frunció el ceño, llevando su mirada a la pared, pero no podía hacer nada, la imagen de Lauren se había borrado de su mente. Sofía la miró preocupada, esperando que continuara con su descripción- Dios... Definitivamente ya estoy loca.
Al cabo de algunas horas, Sofía tuvo que irse, ya que tenía un compromiso con su novio.
Camila bajó y fue hacia el sofá de la sala, dejándose caer en él pesadamente. "¿Por qué la olvidé?" Se preguntó, soltando un largo suspiro. De la nada, todo lo relacionado con Lauren Jauregui había sido vaciado de su mente, dejando sólo unos bellos ojos verdes.
Escuchó un pequeño gruñido, que la hizo distraerse de sus pensamientos. Tenía hambre, y su estómago comenzaba a reclamárselo. Se estaba levantando, cuando sonó el timbre. Un poco confundida y algo asustada, comenzó a caminar hacia la puerta. Tomó el pomo de esta, abriéndola con lentitud.
- ¡Camila, mi amor! - Sam estaba frente a ella, con una gran sonrisa en sus labios, que se borró al ver su pierna - Mierda, Mila. ¿Quién te hizo esto?
Camila, soltando un gran suspiro de alivio, se lanzó a los brazos de su novia, dándole un fuerte abrazo.
- Ven, entremos. - La castaña abrió un poco más la puerta para que pudieran entrar ambas.
El hambre se había ido al ver a la pelirroja en su puerta, y ambas caminaron por la casa hasta el sofá en el que Camila había estado, sentándose en él.
La castaña comenzó a contarle todo lo que había ocurrido, omitiendo lo de Lauren, ya que sólo recordaba unos ojos hermosos, pero nada más. Al finalizar su relato, Sam la abrazó fuertemente, disculpándose por no haber estado allí cuando la necesitaba. Camila la disculpó, diciendo que no se preocupara, pues no había sido nada demasiado grave.
Una vez más, el estómago de la castaña comenzó a gruñir, provocando la risa de ambas.
- Ordenaré pizza, ¿de acuerdo? - Dijo Sam, inclinándose hacia adelante para tomar el teléfono.
- Claro, traeré unos vasos.
Camila se levantó, encaminándose hacia la cocina. Apoyándose en el mueble, tomó dos vasos, tomando luego la bebida para poner un poco en cada uno de ellos. Sintió unos brazos alrededor de su cintura, y un cálido aire que aterrizó en su oído.
- No sé qué haría si te perdiera, Mila... - Camila giró entre los brazos de Sam, para lograr mirarla con dulzura. Levantando sus pies un poco, depositó un pequeño beso en los labios de la pelirroja, rozando su nariz al separarse.
Sam sonrió y entrelazando los dedos de su mano con los de Camila, la ayudó a llevar los vasos hasta la sala.
Cuando llegaron al sofá, un breve escalofrío recorrió la espalda de la castaña y le dijo a Sam que iría a por un sweater a su habitación.
*Ding, dong*
La pizza había llegado. Camila salió de su cuarto, y bajando con delicadeza la escalera, llegó al último peldaño de ella. Logró ver la espalda de Sam, pero se distrajo al escuchar la voz de... La repartidora. La castaña asomó su cabeza, estupefacta ante la voz increíblemente familiar y cuando logró ver a través de la puerta, ahí estaban esos ojos. Esos hermosos ojos verdes.
Su estómago dio un vuelco al ver que ese par de esmeraldas la miraba, y cuando le sonrió, simplemente sus cinco sentidos se fueron al cerro.
Sam, que era ajena a la presencia de Camila, le pagó a la repartidora, y cerró la puerta, girando. Tuvo que pasar 3 veces su mano sobre los ojos de la castaña para hacer que ella regresara a la Tierra.
- ¡Por fin! -Más emocionada que de costumbre, Camila tomó la caja de la pizza y corriendo tan rápido como podía por la herida del disparo, llegó a la sala-.
- Dios, Camila... Un día de estos te vas a matar. -Sam se sentó a su lado, tomando un trozo de pizza de la caja-.
Camila sólo rió, comiendo otro trozo de pizza.
- ¿Cuánto dinero le diste a la repartidora? -Preguntó la castaña de lo más casual-.
- ¿Repartidora? Mila, era un chico. -Dijo Sam, mirando a Camila con preocupación-.
El vaso que tenía en sus manos cayó, dejando un gran desastre sobre la alfombra. ¿Sería posible que esto le ocurriera de nuevo?
¡Hola criaturas del señor!(?) Bueno, disculpen por la tardanza, pero como saben, hubo un problema con el cap, y se borró. Perdonen por ser tan mala u-u. Peeeeeeero, ahora subiré caps más seguido. So, bye(:.
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Ángel Guardián (Camren)
Fiksi PenggemarDesde hace siglos los ángeles protegen la vida de los mortales, por lo menos así es hasta cuando les llega el momento. El destino tenía preparado algo para ella, pues cada ángel tiene a alguien que cuidar. Un montón de problemas con los que tendría...