“It’s hard to dance with the devil on your back, so shake him off. Shake it out.”
--Shake it out.
Trey
Hay pocos, pero determinados momentos en la vida de las personas que llegan a sorprender o, por lo menos en mi caso, es así. Podría contar con la mano las veces en las que mi mente se ha quedado en blanco ante algo, como cuando papá se fue de casa y mamá tuvo que explicarme, y observé la mesa fijamente durante 1 hora, tratando de pensar en alguna cosa, sin éxito. O ese instante cuando vi a Rachel por primera vez, tan pequeña y bonita que tuve que darle 3 toques para saber si era real, si era nuestra. Si esa cosita de pestañas alargadas y cabello rubio era mi hermana —y vaya que sí terminó siéndolo—.
Tengo recuerdos como esos, tanto buenos como malos a lo largo de mis 18 años, cada uno con reacciones diferentes que aún no comprendo bien. Es mi cuerpo el que responde antes de que yo lo haga, mi boca la que se mueve sin que yo se lo pida a mis labios y mis piernas las que avanzan, sin que yo quiera seguir caminando.
Y podría decirse que es todo eso y más lo que sucede cuando Elizabeth abre la puerta de su casa y lo que observo no es la Lizzie normal a la que me he acostumbrado. Quien me recibe hablando es una chica pelirroja de ojos miel iguales a los que me estoy enamorando, con otro rostro: uno repleto de moretes y hematomas de tantos colores que me llego a preguntar si el arcoíris se asemeja a ellos. Sus párpados son prácticamente morados y los lados de sus mejillas tienen marcas rojas, con algunos rasguños. La barbilla tiene un círculo verde y bueno, su frente es casi de la misma tonalidad que una ciruela.
Una tormentosa ciruela.
—Elizabeth —digo, casi sin darme cuenta. Sé que mi voz está rasposa y prácticamente quebrándose, pero no me importa. Lo único que quiero es llegar hasta ella.
Avanzo dos pasos rápidamente, pero Liz se hace hacia atrás, sus manos temblando. Es ahí cuando lo veo: el miedo en sus ojos, la sorpresa en sus facciones. Todo su cuerpo me indica “aléjate”, porque está en guardia; no quiere que esté aquí. Mi corazón se aprieta ante un simple vistazo suyo. Es raro, sin embargo me duele verla así. Me parte en dos.
—Trey, vete —me encuentro anonadado ante la firmeza de sus palabras, pero también a mi terquedad.
—No —digo, mi mandíbula apretándose. Toda esta semana me ha dicho que me vaya, que me aleje, que no me quiere ver y ahora estoy aquí, analizando la razón por la cual dijo esas cosas y lo comprendo: simplemente no cree que necesite de sus secretos. Ella está aterrada por la decepción y tal vez, un corazón roto. De que la traicione como otros se han esforzado en hacerlo. Me acerco con agilidad, subiendo los escalones de su porche—, déjame entrar, Liz. No iré a ningún lado.
Entrecierra sus ojos hacia mí, llevando su mano hasta la puerta para cerrármela en la cara. Sé que captó mi doble sentido, yo sé que es lo suficientemente inteligente como para entender que quiero ser parte de su vida: toda ella. Sin embargo, allí me encuentro, poniendo un pie entre la cerradura para que no pueda dejarme fuera.
Su jadeo es ruidoso y la separo de la entrada, para que me deje pasar.
Se encoge, abrazándose a sí misma, viéndome directamente —por fin—, y ahí está la respuesta a todas las preguntas que le hice. Me lo grita con su mirada: “no te apartes, no me dejes sola”.
—Ángel —susurro, acariciando su rostro con cuidado y ternura. Temo lastimarla y que se aleje, pero no lo hace. Se reconforta ante mi toque. Mi brazo vuela hasta su cintura, listo para abrazarla—, ¿quién te hizo esto, preciosa? ¿Quién?
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Hope is the only thing left...
Fiksi RemajaHombres: todos son iguales. Hombres: engendros del demonio. Hombres: La misma mierda de siempre… Él: Un chico diferente, a quien no le importa lo que la gente piense, caballero, dulce y tal vez un tanto loco…Él, que busca el amor verdadero. Ella: ca...