Capitulo VIII: Demasiadas celebraciones

1K 67 10
                                    

Dos días después de llegar de su viaje, Harry tuvo que salir por la tarde en dirección a la Estación de King Cross. Ese día llegaba el tren desde Hogwarts y este traía a Alexia para pasar las festividades de fin de año.

El chico iba con tiempo de sobra, por lo que caminó con lentitud mientras meditaba un poco. Llevaban dos profecías de cuatro, según lo que le había informado el jefe Uarraig y en ambas había sido guiado por la presencia de la Muerte para dar con ellas. Así que, si esto pasaba una tercera vez, estaba dispuestos a seguir a la parca sin dudarlo mucho.

Llegó a la estación sin contratiempo y con un buen margen de antelación, ya que el tren debería estar arribando como a las seis de la tarde. Cuando estuvo en el andén, se percató que allí ya se encontraba la señora Weasley acompañada, esta vez, con Bill y Fleür quienes seguro esperaban la llegada de Ginny. El chico esperaba que algún día, a él también le correspondiera esperar por la chica, pero ya que era su último año... esto solo era una ilusión que no iba ser posible de ninguna manera.

Harry se acercó a los Weasley y los saludó con cariño. Mientras esperaban, el grupo conversaba de cosas rutinarias como el trabajo de Bill o de las clases de Harry, aunque el mayor de los hermanos pelirrojos no parecía estar al tanto de su desaparición y búsqueda.

Mientras esperaba en el anden, el chico saludó a varios conocidos e incluso le pareció ver la cabellera platinada de Malfoy por ahí, pero se convenció de que solo era su imaginación porque no podía entender que hacía dando vueltas por allí; a no ser que estuvieran esperando a Alexia, pero eso no era posible ¿verdad?

Por fin llegó el característico tren rojo frente a la estación, con sus carros llenos de alumnos de Hogwarts, los cuales esperaban con ansias disfrutar unas buenas vacaciones de invierno y celebrar todo lo que pudieran las festividades que se acercaban.

Cuando el tren se detuvo, un nutrido grupo de jóvenes bajo en un tumulto para reunirse con las personas quienes le esperaban.

—¡Alexia! ¡Alexia! —llamó Harry en cuanto vio a su prima— ¡Aquí! —le indicó.

La jovencita, con un baúl que apenas se podía cargar, se acercó a Harry abriéndose paso a codazos por a través de la multitud. Harry se percató que sus ojos estaban rojos y que en cuanto lo vio, puso una expresión de estar a punto de llorar. Detrás de ella, venía Ginny con un rostro tan serio, que el chico temió lo peor.

—¡Harry, Harry! —le llamó la niña, mientras dejaba su baúl a medio camino y se acercaba hacia él y le abrazaba con fuerza— ¡Estuve muy preocupada! —dijo la niña entre sollozos, mientras el chico le devolvía el abrazo.

—Pero ahora estoy bien —dijo Harry con ternura, mientras la niña levantaba el rostro—. Estoy aquí. Tranquila —dijo le chico con calma.

El chico supuso que la niña se había enterado de algún modo del percance ocurrido en las prácticas, así que trató de consolarla lo mejor posible.

Mientras tanto, Ginny quien también se había acercado —después de saludar a su madre, hermano y cuñada— lo observó con una mirada profunda que sobresalto a Harry y luego sin previo aviso, le abrazo con fuerza.

—Estaba... estábamos muy preocupadas —reiteró la pelirroja—. Me alegro que estés bien.

—No paso nada grave —aseguró Harry con una sonrisa, para luego agregar en un susurro tratando de evitar que la niña escuchara—. Te cuento todo en Navidad.

A Alexia no le paso desapercibido del todo el secretismo entre la pareja, por lo que se les quedo mirando mitad extrañada y mitad desconfiada.

—Ginny, cariño —llamó la señora Weasley—. Vamos, tu padre quiere verte y yo debo preparar la cena —aseguró la mujer.

Harry Potter y las profecías olvidadas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora