Capitulo IX: El pueblo perdido

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El día en que Alexia debía volver a clases, llegó sin que hubiera ningún evento de digno de mención. Salvo, el hecho que Harry notó cierta frialdad por parte de la niña en los últimos días, debido —según creía— a una salida en solitario que había tenido con Ginny un par de días antes de que volviera al castillo, en la cual Alexia había quedado sola en casa por alrededor de unas tres horas.

Recordando el hecho, a Harry siempre le afloraba una sonrisa un tanto bobalicona. Habían sido solo tres horas, pero ambos jóvenes habían disfrutado de una salida relajada y divertida, que era justo lo que el joven mago necesitaba para aliviar las tensiones acumuladas en los últimos meses, debido por sobretodo al asunto de las profecías.

Esto no era algo que podía decir a Alexia, pues no quería ponerla ni en el más mínimo peligro; el hecho de que todavía hubiera alguien tras la niña y que no supieran quienes eran ni tampoco el porque de su interés en ella, eran razones más que suficiente para tener todas las precauciones posibles. Esto llevó a que Harry se decidiera en excusas que en ningún caso convencieron a la pequeña.

Ahora la chica lo trataba como siempre, pero Harry se daba cuenta que su alegría ya no era la misma y eso le preocupaba. Llegaron a la estación temprano y Alexia estuvo a punto de subirse al tren de inmediato, si no fuera por que Harry la detuvo.

—Ten un buen semestre escolar —le deseo el joven mago—. Y ten cuidado de no ponerte en peligro— agregó, pero Alexia solo le miraba con indiferencia—. Me gustaría que no estuvieras enojada conmigo —pidió el chico con mirada arrepentida, pero sin apartar sus ojos de su prima.

—¿Estoy siendo infantil? ¿cierto? —preguntó la niña con el tono maduro que a veces usaba.

—Un poco, si —dijo Harry—. Pero no es malo, tienes todo el derecho a comportarte como quieras —agregó con una sonrisa amable.

—Mientras no sea contigo ni por mucho tiempo —comentó la niña con expresión suspicaz

—Eh... Bueno, si tal vez —dijo el joven compungido—. Me hace sentir incomodo.

Alexia rió ante la expresión torpe de su primo, al segundo siguiente Harry la imitaba aunque con un entusiasmo algo más calmado.

—No estoy enojada —dijo al final Alexia—. Solo es que...

Pero justo en ese momento, el silbato del tren sonó llamando a sus pasajeros.

—¿Solo es que...? —Harry trató de que la niña completará la frase antes de que se fuera.

—Debo subir —dijo la niña sin contestar— ¡Nos vemos para las vacaciones de verano! —dijo mientras se alejaba y el joven se quedaba con las ganas de saber lo que la niña quería decir.

Justo cuando se despedía de la pequeña, una cabellera pelirroja cruzó por su visión y vio a Ginny subiendo al tren como un bólido.

—¡Ginny! —llamó el joven mago y la joven se volvió— Que te vaya bien —dijo en voz alta, mientras se despedía con la mano y Ginny subía a uno de los tantos vagones de la maquina.

Al rato la joven Weasley apareció en una de las ventanas más cercanas a él.

—Que te vaya bien a ti también —le dijo— y ten cuidado —le pidió con una mirada sincera.

En una de las ventanas delanteras Alexia también se asomó y se despidió del chico con la mano, sin decir ni una palabra, mientras el tren avanzaba. Harry se quedó en el andén hasta que la maquina desapareció de su vista.

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El día en que Alexia debía volver a clases, llegó sin que hubiera ningún evento de digno de mención. Salvo, el hecho que Harry notó cierta frialdad por parte de la niña en los últimos días, debido —según creía— a una salida en solitario que había tenido con Ginny un par de días antes de que volviera al castillo, en la cual Alexia había quedado sola en casa por alrededor de unas tres horas.

Harry Potter y las profecías olvidadas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora