Capitulo XI: De vuelta en Hogwarts

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Después de dos días más de convalecencia en San Mungo, Harry volvió a su casa donde Kreacher le esperaba con rostro todavía preocupado, pero con el almuerzo listo como para que la señora Wealey, Ron y él —los dos primeros lo había acompañado desde el hospital hasta su casa—, comieran en cuanto llegaran.

Con el simple hecho de tomar algo de alimento Harry se dio cuenta hasta que punto había maltratado su cuerpo, ya que engulliendo solo unas pocas cucharadas del guiso que el elfo domestico había hecho para él, su estomago comenzó a reclamar que ya se encontraba lleno.

—Debes comer un poco más —pidió la señora Weasley—, el sanador dice que tu estomago resentirá al alimento solo por un tiempo, así que si te sientes mal, es normal.

Harry solo asintió en respuesta y trató de seguir comiendo un poco más para no preocupar a la buena mujer, pero su cuerpo parecía resistirse a una mayor ingesta de alimento.

Luego el chico fue llevado a su habitación para descansar, ya que el poco esfuerzo que había puesto para salir del hospital y llegar a casa, había agotado todas las pocas fuerzas con las que contaba.

Las siguientes dos semanas estuvo bajo el atento cuidado de Kreacher y la señora Weasley, y en los momentos en los que no tenía clases, también de Ron. Los dos pelirrojos tenía la labor de vigilar su evolución, su alimentación y su estado de ánimo para evitar una recaída, ya que como había supuesto la madre de su amigo, el joven mago tenía los nervios destrozados.

No es que Harry le gustara esta bajo tantos cuidados —e inconvenientes, ya que con la presencia de la señora Weasley, tanto Leag como Eide debía evitar ser vistos, para no tener que entrar en explicaciones—, pero tampoco podía rechazarlas porque se sentía culpable por lo preocupados que los tuvo debido a sus excesos. Además se sentía culpable por haber preocupado tanto a Ginny como Alexia, ambas le bombardeaban con cartas casi todos los días, cosa que el chico no entendía como, ya que esta era una de las épocas más pesadas para los estudiantes de Hogwarts.

Por otro lado, a medida que avanzaban las semanas, fue volviendo poco a poco al estudio gracias a la ayuda de Hermione y (para su sorpresa) los apuntes de Colton, quien los ofreció de forma voluntaria. Hermione les echo una ojeada a estos y puso una expresión de aprobación.

Así que cuando volvió a clases no se encontraba tan atrasado como cabía esperar, después de haber pasado un mes sin asistir a las lecciones.

A su vez, los profesores fueron compresivos y le ayudaron a ponerse al día con par de clases extra a la semana. Todo gracias a la directora Moore.

—Sabes que lo que te ocurrió podría llevarte a la expulsión ¿verdad? —mencionó la mujer el día que volvió a reintegrarse a clases

—¿Porque? —preguntó el chico

—Los Aurores deben tener una fuerte capacidad psicológica y lo que te paso... no me habla muy bien de ello —anunció la directora.

—¿Me va expulsar, entonces? —pregunto Harry preocupado

—No —fue la categórica respuesta de la mujer—. Eres el famoso Harry Potter, si te expulsásemos; sean por las razones que sean, habrá rumores que nos dejaran mal parados —explicó.

—Se que fue un abuso de mi parte, y le aseguro que no volverá a pasar —dijo Harry, alegre por primera vez de ser famoso.

—Conversé con los profesores, para que te den clases extras y así vuelvas a esta a la par de tus compañeros —anuncio la mujer y el mago se mostró conforme.

Fue así que, bajo todos los cuidados de la familia Weasley —Ron y sus padres, se quedaron a alojar en casa mientras duraba su recuperación—, además de la ayuda de los profesores, Harry recupero la salud y el tiempo perdidos.

Harry Potter y las profecías olvidadas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora