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En el que ellos tienen una cita.

Antes de poder abrir la boca para hablar de nuevo, la puerta se abrió de par en par y reveló a Pattie. Junto ella había una mujer con un uniforme.

—Oh, bien, ¡estáis aquí! —gritó Pattie aliviada. Mi ceja se arqueó.

— ¿Disculpa? —pregunté confusa.

—No respondíais al teléfono y el centro dijo que os habíais ido ya. Fui a tu apartamento, pero, evidentemente, no estabas allí, así que me preocupé —Pattie dijo con poco interés. Asentí lentamente, aún confusa—. ¿Qué es esto? —Gestualizó en nuestra dirección. No sabía qué decir, así que me callé.

—No te preocupes de lo que estoy hacienda o no, ¿dónde cojones estabas? —disparó Justin a su padre y me sobresalté.

—Justin, cálmate, por favor —susurré y le cogí de la mano. Él miró nuestros dedos unidos y se relajó.

—Fui a un viaje y olvidé decírtelo. Lo siento. —Pattie lucía genuinamente triste. Pude, literalmente, oír la mandíbula de Justin apretarse.

— ¿Qué coño quieres decir con que te olvidaste? Estoy harto de que te olvides de mí. Soy tu único hijo, ¡no es tan complicado! —gritó. El aire estaba tan espeso que un cuchillo podía cortarlo. Yo no dije nada; él llevaba razón. ¿Cómo podía haberse olvidado de decirle a su hijo que se había ido? —. ¡Estaba en el centro varado por tu culpa! Si no hubiese sido por Tyvelyn, ¡seguiría allí! —Apretó tanto mi mano que pensaba que la iba a romper.

Pattie no dijo nada, pero podía ver las lágrimas en sus ojos.

—Lo siento, Justin, estaba ocupada —fue todo lo que dijo tras un minuto de silencio—. ¡Staecy está aquí para ayudarte ahora! —Trató de aligerar el ambiente y Staecy dio un paso hacia delante.

Ah, era la enfermera de Justin.

La cara de Justin se contrajo en disgusto.

—No necesito su ayuda, ¿no ves a la chica en mi cama? —me señaló—. Quiero que os vayáis a la mierda y salgáis de mi habitación. Cerrad la puerta detrás de vosotras —siseó y levantó el mando para quitar la pausa de la película.

Ambas sacudieron la cabeza con miradas de sorpresa y se marcharon, Staecy asegurándose de cerrar la puerta detrás de ella. Justin había sido algo duro, pero no estaba en posición de criticarle. Sus sentimientos estaban a flor de piel y ahora yo tenía que ayudarle... como siempre.

— ¿Justin? —Arrullé levemente y acaricié su mano. Me miró y no dijo nada—. ¿Puedes tomarte la medicina? Por mí.

Una sonrisa se hizo presente.

— ¿Por ti? —murmuró. Sonreí.

—Por mí.

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Finalmente era la noche de nuestra cita y estaba lista. Eran las seis y media. Llevaba un vestido con escote palabra de honor apretado y unos tacones de aguja negros; mi pelo estaba en una coleta y mi maquillaje era oscuro. Estaba lista para irme.

El timbre sonó unos minutos después. No pude evitar sonreír cuando me dirigía a la puerta. Ahí estaba Justin con una camisa blanca abotonada y unos pantalones bonitos; su pelo estaba peinado hacia el lado sin un mechón fuera de sitio. Él olía genial y estaba precioso.

En su mano había un ramo de rosas de color rosado y mis ojos se abrieron en adoración. Nadie había llegado nunca tan lejos para impresionarme.

—Joder —fue todo lo que dijo al verme. Una risita se me escapó. Una puta risita, ¿por qué me hace actuar como una colegiala? Aunque amaba eso.