Un duro día

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Por la mañana me despertó agua fría azotando mi mejilla con fuerza. Serían sobre las 5, Susana descansaba. Me levanté a cerrar la ventana ya que las gotas de lluvia me habían desvelado. Fuí al baño a lavarme la cara y a vestirme para salir a la clase de las 6, Susana, es más grande y tiene menos clases que yo, asi que puede descansar. a las 5 y media llaman a la puerta, era Julio, que tenía la misma clase que yo. Me peiné y me puse los zapatos en lo que el me explicaba lo que tenía que hacer para que la profesora no me echara de la clase. Teníamos clase de matemáticas con la que el llamaba "La Pelos". Decía que era la típica solterona amargada. En estas situaciones lo mejor es alagarla para que no nos tome como "enemigos".

Cuando terminaron las primeras tres clases, fuimos a la cafetería a desayunar, pero me empecé a encontrar mal asi que le dije que me escusara de la siguiente clase. Me acompañó a mi habitación y se marchó. Me desplomé en la cama, me dolía la cabeza, y con facilidad me rendí al sueño.

Me desperté a las 2 de la tarde con un poco de mareo y recordé que tenía una reunión con el director para que me explicara las condiciones del trabajo. En este internado hay que trabajar para conseguir pagarse tanto la comida como los libros o para pagarse el carné de Scooter, con la cual podemos desplazarnos más rapido por el centro. El único trabajo que podía conseguir una chica de mi edad era en la cafetería.No me parecía un trabajo muy complicado, mi madre también tenía una cafetería y desde que era paqueña la ayudaba. Acepté el trabajo con gusto, pero a medida que trabajaba me daba cuenta de que era un trabajo agotador.

Volví a mi habitación, pero no me imaginaba la gran sorpresa que me llevaría.

El internadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora