Pillados

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Desperté por la mañana un poco mareada, Julio seguía durmiendo, asi que lentamente me levanté y decidí ir a comprar dulces para sorprenderle, sabía lo mucho que le gustaban. Después de comprarlo volví a la habitación, comprobé que seguía durmiendo, y despacito me acerqué a su rostro.

- Julio - Susurré

Despacio abrió los ojos y me sonrió. Tenía cara de angelito, de no haber roto un plato.

- Buenos días morena, ¿qué tal amanecistes?

Le sonreí, levantó la cabeza, vió los dulces y se levantó rápido. Solté una risotada, le dije que me esperara, necesitaba cambiarme. Después de ponerme el uniforme, salí a desayunar con él. Le di el dulce más grande, sabía que le iba a gustar, pero tenía una sorpresa que darle.

- Julio, quería hacer una cosa, pero necesito tu permiso antes - Le dije con una sonrisa de oreja a oreja.

- ¿Que estas pensando?

- Quería pedirle a Susana que te cambiara la habitación para que pudieses quedarte aquí durante lo que queda de curso.

- Que way, molaría quedarme aquí contigo, pero no se que va a pensar el director, no se si me entiendes...

- No pasa nada, lo tengo todo controlado - Le dije guiñándo un ojo.

Tenía la táctica perfecta. Le pedí que esperase aquí en lo que yo iba a hablar con el director. Una vez en su despacho, toqué la puerta.

- Disculpe señor, puedo pasar - Dije, intentando parecer lo más seria posible

- Adelante

- Quería comentarle si...eemm... Podría cambiar de compañera de habitación.

-¿ Y por quién quiere cambiar de compañera?¿Qué tiene de malo Susana?

- Nada señor, es que al ser de un curso superior, bueno, no hay tanta comunicación...

- ¿Y por quién la quieres sustituir?

- Por Julio Ruecas, de 1ºB, está en mi curso, nos despertamos a la misma hora, podemos ir juntos a clase, es como un hermano para mi señor- Le dije, intentando que no malinterpretara mi petición.

- De acuerdo, firme aquí y todo estará solucionado.

Todo había salido según lo previsto, porfín podría tenerle cerca. Volví a mi habitación a contárselo. Se alegró muchísimo, y con la misma fué corriendo a su habitación a recoger sus cosas.

Luego de llevar todo el día con la mudanza, Julio se marchó al entrenamiento de natación. Me dijo que tardaría una hora más o menos. Me duché y salí en ropa interior al dormitorio a coger  crema para la cara. Nada más coger mi crema, la puerta se abrió y vi el rostro de Julio que no salia de su asombro. Metí un grito ahogado y tiré de lo primero que había para taparme. En ese momentó, Julio hizo un movimiénto inesperado, se avalanzó sobre mi besándome de una manera tan romántica y de película.Le agarré del cuello y él a mi de la cadera, me levantó y me dejó caer suavemente sobre la cama. Justo cuádo empezó a desabrochar mi sujetador, el timbre de la puerta rompió la intimidad del momento.

El internadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora