Ya era por la mañana, mi madre se acercó a mi para despertarme, pero me enfurruñé en laa manta. Cruelmente me tiró un vaso de agua y salté de mi cama cual palomita.
Me metí en la ducha. Cuando salí bajé a desayunar, mis padres seguían arriba así que comí tranquila. Cuando terminé subí y me lavé los dientes. Me puse el uniforme y bajé las cosas al coche.
Antes de irnos, Lucía pasó a despedirse. Me abrazó, y con la misma se echó a llorar. Yo también lloraba, nos iban a separar durante un año, quien iba a hablar de cotilleos conmigo o quien me maquillaría, o quien vería pelis de terror conmigo mientras nos pintabamos las uñas,... Eran tantos recuerdos que se esfumarían junto conmigo.
Llegamos a los aparcamientos del internado. Mis padres me miraron con trizteza, yo les devolví un mirada de enfado, lo que estaban haciendo no era justo lo que hacían. Nada más llevar mis cosas a mi habitación les pedí que se fueran, no tenía ganas de discutir.