Jimin: Heyyyyyy
Yo: holo
Jimin: Que es lo que le puedo regalarle a una chica?! No tengo ideas.
Yo: Es para tu novia?
Jimin: si :3
Yo: hmm... no lo se, quiero decir que yo no soy como ella y no se lo que le gusta y lo que no. Tu eres su novio y deberias saberlo. Tsk Tsk, que inexperto Jimin. (¬_¬)
Jimin: no seas asii! ( ̄^ ̄)ゞ
Jimin: en serio. Me va ha matar. Necesito pensar en algo y rapido.
Yo: podras quedar el viernes? Necesito hablar contigo.
Jimin: no creo que podré sorry.
Yo: no pasa nada, lo entiendo. Que os divertais.
Jimin: gracias!! Sabia que me apoyarias! (*'꒳'*)
Yo: vete yaa-
Apagué el móvil y me tumbé en la cama, agarrando mi almohada y apretándola muy fuerte contra el pecho. ¿A quién tenía ahora? ¿A un Jimin ocupado con su novia?
Polina, no puedes estar celosa, Jimin no es tuyo ni de nadie, así que deja de ser tan idiota y vete a la ducha que hueles a tigre.Me levanté y me fui a duchar. Al entrar en la bañera unas gotas rojizas cayeron al suelo. Las gotas provenían de mi rodilla.
¿Cómo me habré hecho esto?
Por más que intentaba lavar la sangre de mi rodilla no se iba. Mi rodilla siguió sangrando hasta que me empecé a sentir muy mareada y me senté en la bañera. Me apoyé en el respaldo y me dormí. Solo notaba el agua caliente recorriendo mi cuerpo.
Me desperté en la bañera, por las voces de mis padres y los golpes en la puerta del baño.
Me fijé en la rodilla y me di cuenta de que paró de sangrar. Ni siquiera había una herida. ¿Pero que...?
Y me desperté otra vez. Esta vez en mi cama, con la almohada entre mis brazos. ¿Qué cojones me había pasado? Todo es culpa de Jimin. Ha-ah-ha.
Me levanté y miré el reloj. Ya eran las. 20:30 de la noche y solo 30 minutos después me llegó que no había hecho los deberes de matemáticas.
Me puse a ello, después de comprobar de que Jimin no me había escrito.
Vaya ecuaciones de mierda, por dios. Y luego geometría... maldito seas, Pitágoras.Cuando terminé todo de matemáticas, me dirigí a la cocina, y me encontré a mi hermano con una botella de whisky.
-¿Otra vez Amelia? - pregunté con tono desinteresado.
-Si... no se lo cuentes a los padres.
-Que voy a contar yo... ponme un poco.
-¿Qué?- preguntó desconcentrado.
-Que me pongas un vaso a mi también.
-P-pero... n-no puedes tomar t-todavía...
-No pasa nada. Ya tengo una edad aceptable para beber. Mi organismo ya no es el de un recién nacido, Misha.
-Si tu lo dices...- cogió un vaso y me puso un poco de whiskey en el.
Tomé el vaso murmuré un gracias y tomé un sorbo del líquido.
Me empezó a arder la garganta y mi cara se ruborizó, pero me controlé y le dije a Misha que estaba bueno.
Lo demás me lo tomé de un sorbo y lavé mi vaso.Salí de mi cocina y me dirigí a la entrada, donde cogí mi sudadera y salí del apartamento.
A veces, me daba paseos nocturnos cuando no podía dormir. Me despejo la mente y de paso me canso.
Pensaba en Jimin. En como me gustaba cuando era pequeña. En como queríamos casarnos. En la forma en la que nos mirábamos en ese entonces...
Ahora ya no es así. No me molesta que Jimin tenga novia. Me basta con ver a Jimin feliz, da igual con que persona está.La lluvia resultó ser muy agradable. Antes pensaba que la lluvia molestaba y justo cuando te hacías el mejor peinado o maquillaje, te lo estropeaba todo.
Ahora, que me da igual todo, no resulta ser tan molesta. Una sonrisa apareció en mi cara y unas lágrimas escaparon de mis ojos. También bien se sentía bien llorar de la felicidad. Llorar por amor, tristeza, depresión... todo eso no se sentía tan bien como llorar de alegría.
Ni siquiera sabía por que estaba tan feliz, pero así era.Empecé a correr. Llegué hasta un parque que no estaba muy lejos del instituto.
Las sombras de los árboles daban bastante miedo, pero me olvide cuando el Seúl nocturno apareció delante de mi. Todas las luces y colores hicieron olvidarme de Jimin y pensar en otra persona que me haría feliz. No se me ocurrió nadie.Me di cuenta de que mañana tenía clases y que, desgraciadamente, no era el fin del mundo. Me dispuse a caminar lentamente hacia mi casa, sin prisa y sin ganas.
Abrí la puerta del apartamento, entré sigilosamente y me fui a mi habitación. Me di una ducha y al apoyar mi cabeza en la almohada, me dormí profundamente.
A la mañana siguiente, mi alarma sonó exactamente a las 6:45 y me despertó tan bruscamente, que acabé en el suelo.
Ahora mi cabeza me dolía muchísimo y no solo yo comprendía que el día de hoy sería muy largo, si no también el vecino de abajo.
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