No necesito nada más que a mí misma

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Liam apareció en mi puerta. Tenía el rostro entumecido y los ojos vidriados y enrojecidos. Ok, les informo que con la muerte de un ser querido no viene un cupón de compasión hacia los idiotas, si pretendía que lloremos abrazados, este muchacho no entendió nada aún.

—No acostumbramos a contratar personal de limpieza aquí —dije al abrir la puerta y verlo.

—Nuestros padres han muerto, hemos quedado solos —dijo con voz lastimera.

—Sí, sí... el único requisito para morirse es estar vivo, creo que mi padre y tu madre cumplían a la perfección con esa condición...

—Quería saber si estabas bien, si necesitabas algo...

—Lo único que necesito es una sudadera de los Lakers, una gorra grande estilo rap y unos anillos y collares de oro...

—¿Para qué necesitas todo eso?

—Para asistir al velorio de mi padre... todos insisten en que tengo que ir vestida de negro...

—No puedes... ¿acaso nunca dejas de bromear?

—¿Acaso puedo dejar de ser hermosa? ¿Acaso puedo despertar una mañana y tener la piel reseca? ¿Acaso crees que es fácil? ¿Crees que no me gustaría levantarme una mañana y sentirme fea? Lo he intentado, pero no puedo...

—Eres realmente increíble...

—Ya te dije que lo sé... —Cerré la puerta en su cara, no tenía por qué soportarlo.

—¡Mi hermana quiere verte! —Gritó. Hubiera comenzado por ahí.

Abrí la puerta nuevamente.

—Tráela, es mejor que la apestosa pase tiempo conmigo y no contigo que eres un cavernícola infeliz —expresé con rigidez— además necesito que alguien ordene mi cuarto y planche mi ropa.

En el accidente iban mi padre y Maddison, ambos fallecieron, pero eso no me emparentaba con este idiota. En un primer momento había pensado en no ofrecer un velorio para mi padre, pero no quería perderme uno de los pocos momentos en que la gente al menos una vez en su vida no se vestía usando colores ridículos.

*

La mirada de Jessica era muy sensual, aunque me costara admitirlo, era una perra buena en ser una perra. Estaba aguardando fuera de la casa.

—Hola ¿se acuerda de mí? —Dijo Jessica.

—Sí, claro tú eres Jessica, fuiste mi alumna... —Respondió Liam con tono seductor.

—Aunque hubiera querido ser algo más de un profesor tan guapo...

Liam sonrió.

—En realidad ahora que no eres mi alumna es cuando podemos ser "algo más" —añadió él.

—¿Qué tienes planeado? —Consultó la chica.

—No lo sé... podríamos ir a mi casa... necesito primero comprar algo para mi hermana pequeña —el muchacho acarició los cabellos de Jessica.

—Me encantaría conocer tu casa... —respondió ella apoyando su mano en el pecho de él.

Llegaron a la casa de Liam. Él le ordenó a Gwen que se quedara en su habitación. Jessica dejó su cartera meticulosamente colocada sobre una mesa ratona.

—¿Tienes algo de beber?

—Te refieres a un refresco...

—Qué aburrido, si quieres que me ponga hot deberás darme algo más que un refresco...

La más odiada 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora