Reclutamiento

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El abogado era un sujeto encapsulado, vestido de traje, es decir, sumamente aburrido. Los hombres que visten de traje son hombres de poca originalidad, se los considera elegantes, pero yo digo que cuando cualquiera puede ser elegante por vestir traje, entonces ya nadie lo es. Cuando no posees la capacidad para seleccionar las prendas y colores que van con tu rostro, tu contextura física, tu color de piel ¿qué haces? Vistes traje y te libras de todo ello. Para mí, solo los hombres sin estilo se visten de traje.

—Muy bien, con respecto a la cláusula por esclavitud... —examiné los papeles.

—No existe ninguna cláusula por esclavitud —me replicó.

—Quiere decir que ¿tendré que redactarla yo misma?

—Señorita Laurent, usted no puede esclavizar a sus empleados...

—Eso lo veremos...

*

Las idiotas sentadas en la cafetería parecían sombras aguardando a que mi fulgor las ilumine. Dayana permanecía sobre las piernas de Louis. Seguían con esa estúpida farsa que tenía a toda la escuela y las redes sociales hablando de ellos dos. Me acerqué con pasos de emperatriz y me detuve inclinando mis increíbles caderas mientras sentía las miradas de todo lo masculino que me rodeaba sobre mi silueta.

—Ya han pensado que van a hacer de sus vidas una vez que salgan de aquí... además de ser un fracaso para ustedes y para toda su familia —pregunté.

—Hola ¿qué tal? Yo muy bien, gracias... —objetó Louis dándose importancia por tener a esa infeliz en su regazo.

—Púdrete —respondí.

—¿Qué quieres? —Preguntó Dayana.

—Voy a asumir la dirección de la empresa de mi padre en unos días... las clases pronto acabarán y tengo algunos puestos libres.

—Y nos contratarás a nosotras que somos tus enemigas —se sorprendió Jessica.

—Sin ustedes no me divierto, ¿a quién voy a discriminar? ¿A quién voy a humillar por su patética forma de vestirse? Las voy a necesitar, una heroína no es nada sin sus archienemigas.

—Acepto —dijo Julieta.

Me dirigí a Dayana.

—Quiero que seas la cara de mi empresa. Voy a concertar una reunión contigo y tu representante —vaya qué difícil era decirle a esta idiota esas palabras, estaba admitiendo que su rostro era hermoso.

Dayana solo asintió.

—Perras no voy a rogarles les dije a Jessica y Anna.

—Está bien aceptamos —dijeron a coro.

—y tú ¿cómo te sientes? ¿Triste? —me dirigí a Julieta.

—Sí, la verdad me siento triste...

—Pues no te sientas triste...

—Ok, no me sentiré más triste...

—Pues deberías sentirte triste, digo, mírate un poco al espejo, con eso sería suficiente...

—Está bien, me siento triste.

—No lo hagas, estamos aquí para apoyarte.

*

Dayana apareció en la casa de Louis esa mañana temprano, traía la mirada brillante y el rostro fresco. Llena de energía.

—Louis, necesito hablar contigo... ya es tiempo de que hagamos que este noviazgo parezca más real...

La más odiada 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora