Capítulo dos.

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Estaba de espaldas a la puerta de la cocina, preparando el puré para la cena de Marie. El par de horas se habían convertido en el día entero y, la verdad, no quería saber qué estarían haciendo Trisha y Tom. Aunque algo me decía en mi cabeza que sí que me gustaría saberlo.
De repente, sentí una presencia a mi lado.

"Oh. Hola, Jeremy. Voy a preparar la cena, ¿qué quieres que cocine? Al final no hemos podido hacer las galletas pero por lo menos te preparé una cena deliciosa" le dije con una sonrisa que el pequeño me devolvió.

"Gracias, Lucy. Pero venía para decirte que Marie se ha quedado dormida" anunció Jeremy, y mi reacción fue mirarle sorprendida.

Oh, no, no, no. No podía dormirse ahora, ¿quién se comería su cena?
Dejé de remover el puré de la niña y lo dejé encima de la encimera.
Caminé hacia el salón con Jeremy detrás y, efectivamente, Marie se había dormido en el suelo abrazada a su muñeca.

"No ha dormido esta tarde y se ha dormido ahora" murmuré.

Pero para mi más mala suerte, llamaron a la puerta. Al asomarme por la mirilla, vi que era Tom, y para mi desgracia estaba acompañado de Trisha.

Antes de abrir, fui corriendo hacia el salón y cogí a Marie con cuidado, quedando su pequeña cabecita apoyada en mi hombro. Abrí la puerta con la mano libre y una mirada enternecida de Tom se posó en Marie y en mí. Trisha, por el contrario, me arrebató a la niña de los brazos sin ningún cuidado, haciendo que esta se despertara y empezara a llorar.

'Inútil' pensé.

"Tom te dará el dinero, yo iré a llevar a la niña al coche" dijo. Y antes de dirigirse hacia el bonito Mustang, besó los labios de Tom, dejando a este de piedra en la puerta.

Con un exagerado contoneo de caderas, Trisha llego al coche, aseguró a Marie, y luego se sentó en el asiento del copiloto.
Una ceja se levantaba en mi rostro para demostrar incredulidad.

Tom, que había estado mirando el paseo de Trisha, giró su cabeza hacia mí con cara de extrañado. Quizá ella se comportaba así cuando estaba con Tom y había otras chicas de por medio, y en este caso me había tocado a mí.

"¿Cuánto te debo?" Preguntó Tom después del incómodo silencio.

"Pues la verdad es que nada. Jeremy ha estado muy pendiente de ella, se llevan muy bien" comenté sonriente. Apenas conocía a Tom, pero se me hacía una persona agradable y amable. Un clásico chico inglés.

"En ese caso..." Dijo asomándose dando un paso hacia dentro, haciendo que yo por inercia retrocediera un paso hacia atrás. Revisó todo el espacio con sus azules ojos hasta que se encontró con los pequeños ojos esmeralda que se ocultaban detrás de unas redondas gafas.

"Muchas gracias por cuidar de Marie, Jeremy. Has ayudado mucho a Lucy" le dijo Tom simpáticamente.
Pero, quitando el matiz de que fue simpático, hablemos sobre que volvió ha decir mi nombre, y volvió a sonar malditamente bien.

Jeremy, que estaba de rodillas recogiendo tranquilamente sus juguetes nuevos y metiéndolos en la mochila, se levantó y se acercó hacia nosotros.

"De nada, señor" contestó el niño de la manera más educada que pudo.

Tom sacó un billete de cinco libras de su cartera y se lo entregó. El niño lo aceptó encantado, y me despedí del señor Simpático, que no se fue sin antes darme una de sus arrebatadoras sonrisas acompañada de otra pronunciación de mi nombre.

***

Ya eran las nueve y me encontraba recogiendo los cojines de los sofás del salón, la manta de cuadros que nos regaló mi abuela, y un par de películas que había encima de la mesa. Jeremy y yo vimos Monsters S.A. mientras nos comíamos las hamburguesas que había preparado.

Seven years | Tom OdellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora