Capítulo siete.

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Jugaba con mis dedos mientras analizaba la situación:

El novio buenorro de la bruja, que me dejaba a su hija en casa, me estaba diciendo de una forma extraña que le gustaba. ¿Cómo debía sentirme? ¿Feliz? ¿Nerviosa? ¿Acosada?

"Ah... Pues, es que, yo..." Dije tartamudeando, incapaz de sostener su intimidante mirada azul.

"Tú..." Susurró, invitándome a terminar la frase que ni si quiera sabía cómo la había empezado.

"Yo... Creo que deberías irte." Solté de golpe. Casi sin pensar.

Más bien, sin pensar.

"Eso es todo?" Preguntó con voz triste.

Levanté mi mirada y me armé de valor. El azul era tan profundo que podías perderte en él perfectamente, confundiendo los matices con las olas de la orilla del mar.

"Supongo que sí..." Le respondí en un susurró.

Suspiró frustrado, derrotado, respiraba con pesadez.

"Está bien. En ese caso me iré. Gracias por haber cuidado a Marie hoy." Dijo monótonamente, supongo que intentando aceptar mi respuesta.

Yo sabía que mi respuesta era totalmente falsa. Yo sabía que Tom era único. Supe que era ese "príncipe perdido" desde que le vi.

Se acercó hacia mí y agarró mi mano con delicadeza. Era la primera vez que me tocaba así, y un cosquilleo seguido de una sensación de calor apareció en ella.

Mi mano, que estaba apoyada en la mesa en un movimiento rápido se entrelazó con la suya, haciendo que detuviera su paso y se girase, confuso.

"Aunque, podemos ver una película."

***

"Veo más probable que baje las escaleras. Sabe que su familia ha muerto, ya le da igual." Comentó Tom mientras terminábamos de ver la película de miedo.

Sí, típico.

Las once de la noche, frío, Londres, tormenta.

"Eres un insensible." Le reproché mientras me llevaba un puñado de palomitas a la boca.

"Lo que sea, pero es verdad." Respondió.

La película estaba en lo más interesante cuando de golpe se apagaron las luces. La historia no estaba dándome miedo, pero no veía nada y estaba justo al lado de Tom. Con esto quiero decir que le abracé; después de haber pegado un grito y haber tirado las palomitas al suelo, claro.

No me gustan las tormentas. Sólo me gusta el frío que las acompaña.

"Ey, tranquila. Sólo se ha cortado la luz." Dijo riendo dulcemente mientras acariciaba mi pelo.

"Llego a estar sola y me muero aquí mismo." Susurré mientras miraba hacia todos lados.

Mis ojos de fueron acostumbrando a la oscuridad, y gracias a la luz de la luna veía bastante bien.

Entonces, me di cuenta de que mis brazos rodeaban el cuello de Tom.

"Lo siento... Las tormentas; no me gustan." Me defendí. Parecía que me reacción infantil le divertía.

Me impresionaba que me hubiera dicho que le gustaba. Era una ñoña, y no es que fuera una mimada, pero lo parecía.

Él soltó una risita y me molestó que se estuviera divirtiendo a mi costa.

"Cállate, no es divertido." Dije apartándome de él, haciendo que su sonrisa creciera.

"Oh, vamos, Lucy. Es una tormenta." Dijo pasando su brazo por encima de mis hombros y señalando hacia la ventana con su mano libre.

Seven years | Tom OdellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora