C.U.A.T.R.O

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P.A.T.É.T.I.C.O.S

El cansancio invadía cada parte de su cuerpo.

La pereza estaba aplastándolo.

El deseo de no levantarse era palpable incluso en el aire.

Pero la resignación estuvo en contra de todo y lo obligó a levantarse tras un suspiro cansado.

Sus huesos parecían pesar, pero no lo detuvo por el impulso de la responsabilidad.

Ambos pies chocaban indiferentemente con el suelo con cada paso que daba al cuarto de baño.

La puerta chilló por sus oxidados elementos, resultando detestable para los oídos aún adormilados de Tord.

Sus ojos revolotearon por el techo, hasta llegar al vidrio de su reflejo, mostrándole cruelmente su desconcierto.

Una gran mancha morada estaba en lo que sería su ojo derecho.

Su párpado parecía el lienzo de un brusco artista que simplemente mezcló hasta cuatro colores derivantes del rojo y azul.

Con temblores en sus extremidades, tocó delicadamente su ojo. No sintió nada.

Palpó repetidamente las yemas de sus dedos en una parte del pómulo y todo su párpado, pensando que le dolería como el demonio.

Sólo era una grotesca mancha.

El descontrol que sintió fue la mezcla entre su confusión, paranoia, ira y terror.

Se expulsó a sí mismo del baño.

Con desordenada velocidad, corrió torpemente por el pasillo lleno de insectarios.

Pasó de largo la sala, ignorando a los muebles que eran de su propiedad.

En detención, se apoyó en el umbral de la puerta que daba a la cocina con la respiración agitada, mirando con desespero a Tom, quien estaba sentado en una pequeña mesa redonda y bebía tranquilamente de una taza con diseño de peces dorados.

La mirada del de pijama chocó con el noruego.

Lo miraba con los mismos ojos negros que siempre ve.

Los puños de Tord se apretaron y no pudo aguantar el grito que se lo comía por dentro y que quería soltar - ¡¿Por qué?!

Tom ladeó la cabeza sin inmutarse.

El de cuernos se acercó y le quitó la taza al de ojos negros, para después estrellarla contra la mesa, haciendo que se rompa. Los pedazos volaron a distintos lados, incluso llegaron en contacto con la piel de uno de ellos.

No se derramó ningún tipo de líquido.

- ¡¿Por qué me hiciste esto?! - gritó histérico, apuntando la horrible mancha de su ojo.

- Yo no te hice nada. - se defendió el de azul, frunciendo el ceño con indignación e ignoró el ardiente cosquilleo de un corte en su mejilla.

La boca de Tom se hizo agua al ver el que Tord seguía con lo que se llamaría pijama, ya que era una camiseta blanca con diseño de un casco de guerra en negro, y un pantalón cortado por más arriba de la rodilla.

Una presión dolorosa en el cuello lo sacó de su ensoñación. El noruego lo sujetaba del cuello de su sudadera azul.

Soltó un inconsciente quejido por el picante roce entre la piel de su cuello con la de su prenda superior.

- ¡¿Cómo qué no?, ¿entonces quien mierda me lo hizo?! - tener el retumbante sonido de su voz, haciendo notar mejor el acento noruego, era el paraíso para el británico.

Con trance respondió, sí que perdía fuerzas con Tord cerca - ¿De verdad crees que te hice eso?

El agarre en la sudadera se suavizó un poco.

Tom haría cualquier cosa menos dañarlo. Él era su más preciado tesoro y no le haría ni un mísero rasguño a su persona.

Sí, el británico es capaz de todo, menos hacer algo que implique daño o alejarse de su persona.

Culpa predominó en sus emociones al notar una delgada línea de un color fucsia viajar de un corte en la piel facial del de ojos negros, terminando en una gota que no acababa su recorrido todavía.

¿Él causó eso?

La fuerza de sus dedos se acabó y el temblor volvió.

Daño, dolor, sufrimiento, sangre, marcas, posesión...

Agonía

- L-lo siento...

Su lengua se movió con torpeza.

Aprecio, empatía, consuelo, compañía, calidez, tranquilidad...

Felicidad

Con sus dedos y rodillas temblando, se arrodillo en frente de Tom, quien lo imitó instintivamente con preocupación.

- Y- yo, no puedo creerlo... lo siento tanto. - sollozó el de cuernos, escondiéndose entre sus brazos sobre el regazo cubierto por el suave pijama azulado pastel.

El británico lo observó en su lugar, notando las insoportables gotas brillantes salir de los orbes de Tord antes de que este se recostara.

Una leve sonrisa enamorada nació en sus labios púrpura y cerró los ojos con cariño mientras abrazaba al sujeto sollozante en sus muslos.

No le importaba si Tord le hacía daño a su persona, tampoco el hecho de que esté ahogandose a si mismo con sus lágrimas.

Tord es hermoso a sus ojos, sin importar qué.

Y el silencio volvió a gobernar.

Uno abrazaba con un enfermizo cariño en sus brazos. El otro lloraba con peligro en sus transparentes lágrimas.

¿Cómo pueden ser tan parecidos y distintos a la vez?

Uno está envenenado y el otro está corrompido.

Simplemente patéticos.

¿Por qué eres tan cruel? [TordTom]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora