C.I.N.C.O

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A.L.E.G.O.R.Í.A

El sonido del "bip" lo estaba desesperando.

Había pasado tal vez una hora reflexionando sobre esa decisión y ya empezaba a dudar.

Era como si el mismísimo teléfono le estuviera preguntando: "¿Estás seguro?"

- ¿Diga?

Y ya era muy tarde para retractarse.

Jugó con sus dedos en el marco de la gran polilla gris del pasillo. Estaba muy nervioso.

- Hola... Edd.

- ¡Tord!, ¡santo cielo!, ¡qué bueno es escucharte!

- Si, lamento no haberte llamado antes.

Era tan raro hablar con ese castaño de nuevo.

- ¡¿Que lo lamentas?, deberías verme a la cara para que lo lamentes! - el tono parecía molesto.

- Ah, por eso... yo...

- Edd, ¿quién es?

Esa voz intrusa lo hizo asustarse, ya ha escuchado suficientes voces ajenas.

Cortó rápidamente, suspirando con desgano y cubriendo su rostro.

- ¿Los llamaste? - se asomó Tom desde el pasillo, mirando fijamente a Tord.

- Si, lo hice. - respondió cortante, pasándolo de largo para ir directo a la sala, donde se recostó en el sofá.

Sus dedos masajearon con el objetivo de calmar su rostro tenso.

No estaba preparado para hablar con esos sujetos, al menos no todavía.

- Sé que puedes lograr encontrarte con ellos. – escuchó a su lado, a lo que sentía un peso ajeno en el otro extremo del mueble.

Su humor no era el mejor. Se sentía angustiado y con un sabor ácido en la lengua. No tenía ganas de tener una conversación sólida con el de ojos negros.

Estuvo a punto de responderle algo cortante al británico, pero al desviar su rostro hacia él, se retractó al ver su posición tímida, al estar un poco encorvado, y con sus dedos jugando entre sí con una leve sonrisa dedicada abajo.

Sus labios de inmediato se cerraron con seriedad y volvió a su posición inicial.

Tom ha estado a su lado sin importar sus actitudes egoístas, caprichosas, e incluso violentas. No se ha alejado, y eso es porque lo quiere.

No es un cariño cualquiera, y eso lo sabe. Aunque eso no era algo por lo que se preocupara, se sentía cansado. Cansado de todo.

Recostó su nuca en el respaldo del sofá, sin molestarse en hablar con su contrario. Dejó que sus párpados se juntaran con lentitud, dejando que la esponja que estaba abajo del género rojo, que combinaba con su sudadera, del mueble lo abrazara.

Su respiración tomó un ritmo más tranquilo.

Pero la tranquilidad no siempre es eterna.

Una extraña calidez invadía sus mejillas, por lo que abrió sus ojos, encontrándose con otro par, pero negros.

Aquella mirada fija lo estaba incomodando, parecía estar petrificada y nublada.

Le asustaba.

- ¿Tom? – intentó no flaquear en sus palabras, pero los dedos ajenos en sus pómulos lo ponían nervioso.

El mencionado parpadeó, recuperándose de su pequeño trance, a lo que la mayoría de su rostro y parte de sus orejas se tiñeron de un llamativo color rosado.

¿Por qué eres tan cruel? [TordTom]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora