CAPÍTULO 5: "Recuerdos del pasado"

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—No, todavía no—murmuré.

Levanté la cabeza para poder poner uno de sus brazos bajo mi cuello. Apretó el pecho contra mi espalda y envolvió su otro brazo a mí alrededor, lanzando una pierna sobre la mía. Le oí suspirar mientras me retorcía para acercarme más a él, me encantaba que Eric durmiera conmigo, la cama no se sentía bien sin él.

— ¿Qué pasa?—pregunté, tirando de sus brazos apretados a mí alrededor y presionando mi rostro en su brazo, oliendo su increíble aroma que era como ninguna otra cosa en el mundo.

—Nada, Ángel. Solo estoy cansado, eso es todo—murmuró contra la parte posterior de mi cabeza, presionando sus labios en mi pelo.

—Está bien. Buenas noches, Eric— susurré, besando su brazo.

—Buenas noches, Ángel—respondió, besando la parte de atrás de mi cabeza.

Me desperté a las seis en punto como siempre para apagar mi alarma; la silencié e intenté, sin éxito, moverme lejos de Eric. Tenía mi cabeza en su pecho y mi pierna encima de su entrepierna, lo cual como siempre, ya estaba llena de "gloria matutina" que les pasaba a todos los chicos. Él tenía su mano en mi rodilla, fijando mi pierna ahí, y su otro brazo envuelto tensamente alrededor de mi cintura. Cuando traté de moverlo, apretó su agarre, murmurando algo en sueño sobre que ya no quería ir más a la universidad.

Moví mi brazo y toqué su estómago.

—Seis en punto—murmuré, tocándolo de nuevo cuando no abrió sus ojos.

Él gruño y apretó su agarre, moviéndome así que quedé completamente encima de él. Era extraño pero en verdad se sintió bien. ¿Qué demonios está mal conmigo? ¡Este es Eric por amor de Dios! Traté de liberarme, pero eso sólo nos hizo rozarnos en lugares que preferiría no pensar en el amigo mujeriego de mi hermano, en un contacto mejor amigo. Mi cuerpo comenzó a cosquillear y no pude evitar que un pequeño gemido se me escapara de los labios. Oh Dios mío, ¡Eso en verdad se siente bien!

— ¿Eric?— le susurré/grité.

Él abrió sus ojos de golpe y me miró, impactado. Su expresión rápidamente cambió a su sonrisa de marca, la cual quería golpear fuera de su rostro.

—Bueno, buenos días, ángel. Wow, esto es una primera vez— ronroneó, alzando sus cejas, su sonrisa de asombro.

— ¿Me soltarías por amor de Dios?—le susurré/grité. Él alzó sus manos a modo de rendición y rápidamente rodé encima de él.

—Son las seis—refunfuñe, frunciendo el ceño.

Él volteó de lado para mirarme.

—Está bien. No estés enojada conmigo todo el día de hoy, por favor. No sabía que había hecho eso, lo siento, Ángel, ¿está bien?—susurró, besando mi frente antes de salir rápidamente de la cama para ponerse su ropa.

—Está bien, lo que sea—murmuré, posicionándome en su lugar cálido de la cama donde había estado acostado.

—Te veré después— Me dirigió un guiño antes de salir por mi ventana.

Dándome vuelta, enterré mi rostro en su almohada, todavía puedo olerlo y eso me hace sentir segura y calmada. Me hundí en su sueño pacífico por otra hora.

Después de vestirme más pacíficamente que ayer, me concentré en mi iPod y estaba bailando felizmente cuando lo vi comiendo mi cereal de nuevo. ¡Cada jodido día! Suspiré y robé el cereal de sus manos.

— ¡Demonios, Eric, hay como cuatro cereales en las alacenas y sólo comes el mío! ¿Por qué? ¿Lo haces solo para enojarme?— pregunté, frunciendo el ceño, cuando comencé a masticar mi desayuno.

—Buenos días para ti también, Ángel—dijo educadamente, con una sonrisa de diversión en su rostro.

—Claro, hola—me dejé caer y comí mi cereal mientras Colton entraba a la cocina.

—Hey, chicos, ¿están listos para irse?— preguntó Colton, lanzándonos a cada uno una caja de jugo como siempre.

Ambos asentimos y nos dirigimos al auto de Eric. Mientras me acercaba a la universidad, Karla me llevó para una charla.

Caminé de regreso a la uni, y noté que no había casi nadie.

Mierda santa, ¿llego tarde? Comencé a correr por el pasillo; pude ver a Eric y un par de sus amigos caminando hacia mí.

—Disminuye la velocidad, Ángel, te caerás —gritó Eric, sonriéndome mientras yo medio corría, medio caminaba hacia él.

Cuando lo pasé, él sacó su pie para hacerme tropezar, pero antes de que golpeara el suelo envolvió sus brazos apretadamente alrededor de mi cintura, y me levantó.

—Caray, Ángel, sé que soy caliente, pero no necesitas caer a mis pies—bromeó, haciendo reír a todos sus amigos. Lo golpeé en el pecho fuertemente, mirándolo. —Oh 

también me gusta un poco rudo, Ángel, sabes eso— dijo, sonriendo retorcidamente.

Todavía no había soltado mi cintura, dio un paso hacia adelante y presionó su cuerpo contra el mío, sus manos se deslizaron hacia mi trasero.

—Mmm, genial— ronroneó en mi oído.

Odiaba ser tocada; traía recuerdos de mi padre. Jadeé, y antes de que siquiera pudiera pensar en lo que estaba haciendo, subí mi pierna y lo golpeé en las pelotas. Él gruño y me soltó rápidamente, doblándose por la mitad y agarrando su ingle.

— ¡Mantén tus jodidas manos fuera de mí¡— grité, tratando de no llorar. Estaba luchando por respirar y mis manos estaban temblando.

Eric Secharia - Beside YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora