Capítulo 3

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Una sensación de repugnancia mezclada con incredulidad no me ha abandonado desde que salí temblorosa del nivel 6. No pude encontrar a Jolie y recorrí el camino de vuelta sin hablar con nadie ni detenerme por nada, hasta llegar a la escuela unos diez minutos antes de la hora de salida de Aslan.

Edwin McAlley, el chico noble y cariñoso con el que había compartido tres años de mi vida, y al que hacía otros tantos que no veía, detenido por ser miembro del F.I.L.N. O tal vez los delegados han cometido un error y se han confundido de persona. Estas cosas pueden pasar. Porque lo que representa que la información que manejan sea cierta, que Edwin sea un terrorista, me asquea hasta tal punto de provocarme nauseas. Si todo lo que ha ocurrido no es una equivocación significa que mi antiguo novio está estrechamente relacionado con la gente que mató a mis padres. O peor, puede que formara parte del grupo que perpetró los ataques mismos. Pero si estuvo a nuestro lado día tras día después de la tragedia… ¿Puede ser alguien tan cínico y retorcido para hacer algo así? ¿O los remordimientos se lo comieron por dentro y por eso rompió nuestra relación de una día para otro y casi sin darme ninguna explicación? Ver que todo aquello cobra sentido hace que el estómago se me vuelva a retorcer para acabar vomitando frente a la verja de la entrada, ante la mirada del resto de personas que esperan para recoger a sus niños. Me limpio la boca con una manga cuando comienza a resonar la alarma que marca el fin del día para los escolares, que empiezan a salir al patio delantero para cantar el llamado “Himno de los hijos de Ngam”, canción usada en determinados actos públicos, además de ser obligatoria su interpretación en los colegios. Aslan, al que veo a través de la reja, empieza a entonarla junto al resto de chicos:

Avanzad, avanzad, retumban los genes de la evolución,

avanzad, avanzad, el pueblo no conoce peligros.

Ngam nos marca el camino, nosotros nos movemos con ella.

Avanzad, avanzad, retumban los genes de la evolución,

avanzad, avanzad, el pueblo no conoce peligros,

aunque las tres noches arrasaran con todo, ¡la raza no se frenará!

Nuestra ciudad se extiende bajo nuestros pies.

Nuestra ciudad es el nuevo orden.

Caminamos con los trece contra las tinieblas y la miseria,

junto a nuestra ciudad, por la prosperidad y la ascensión.

Nuestra ciudad se extiende bajo nuestros pies.

¡Nuestra ciudad es el nuevo orden!

La ciudad nos lleva a la inmortalidad,

sí, ¡Ngam no entiende de óbito!

De vuelta a casa Aslan no dice ni una sola palabra de lo sucedido. Tuvo que ver la noticia porque en las aulas tienen monitores de notivisión, y sé de primera mano que se detienen las clases cuando éste se enciende, sea la información que sea la que llega a los niños. Tengo la esperanza que no haya reconocido al detenido; su cara estuvo en pantalla muy pocos segundos y, aunque pasaron mucho tiempo juntos, Aslan era pequeño y puede ser que no lo recuerde. Y como él no saca el tema yo tampoco lo hago. Prefiero que el asunto se quede así hasta que llegue alguna aclaración al respecto, si es que llega. De lo que sí tiene ganas de hablar es de las clases de historia que les han impartido hoy, centradas en la construcción y la fundación de Ngam.

-¿Sabías que para construir nuestra ciudad, las trece familias fundadoras invirtieron desinteresadamente todo su dinero? –Empieza a contarme Aslan. –La catástrofe de las tres noches fue predicha por varios científicos veinte años antes de que sucediera, y aún así los líderes de los principales países ignoraron las advertencias, o las tacharon de fantasías, durante dos décadas. Solo los ancestros de nuestra presidenta Kathleen Warburg tuvieron en cuenta la información que decía que algo espantoso le podía suceder a la Tierra. Y fueron ellos los que convencieron al resto de familias, con las que mantenían una relación unida por un espíritu filántropo y por el amor a la humanidad, de la necesidad de construir un refugio donde tuviéramos un porvenir. ¡Si no hubiese sido por ellos nos hubiéramos extinguido, son héroes! Por cierto Janna, ¿qué significa filántropo?

MisantropíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora