Experimento en la cárcel de Stanford

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“¿Que es lo que sucede cuando se coloca a gente buena en un lugar maligno? ¿Podrá la humanidad vencer al mal o será este el que triunfe? Estas son algunas de las preguntas que intentamos responder en una dramática simulación de la vida en la prisión, conducida en el verano de 1971 en la Universidad de Stanford.”

El experimento de la cárcel de Stanford fue realizado por el psicólogo Philip George Zimbardo, la idea era probar la influencia de un ambiente extremo como lo es la vida en prisión, en la conducta desarrollada por el hombre, dependiendo de sus roles sociales en este caso: presos vs. guardias. 

“Mas de 70 personas que respondieron a nuestro llamado fueron sujetos a

entrevistas diagnósticas y tests de personalidad, con el objeto de eliminar a

aquellos candidatos con problemas psicológicos, discapacidades médicas o un

historial criminal o de abuso de drogas. Al final, nos quedamos con una muestra

de 24 estudiantes universaitarios de Estados Unidos y Canadá que se encontraban

en el área de Stanford y deseaban ganar los 15 dólares al día por participar en

el estudio. En todas las dimensiones que fuimos capaces de examinar y observar,

reaccionaron normalmente.”

Varios estudiantes de la Universidad de Stanford se sometieron de modo voluntario en 1971 a un experimento en el que fueron separados aleatoriamente entre presos y carceleros. Se construyó una prisión especial para el experimento, que comenzó con el arresto público de los estudiantes en sus domicilios, acusados de robo con armas. A los acusados se les aplicó el procedimiento habitual de entrada a prisión, inspección, identificación y aislamiento. 

El día anterior a que comenzara el experimento, los guardias acudieron a una breve junta de orientación, pero no se les proporcionó una pauta formal de comportamiento, excepto la indicación de no usar la violencia física. Se les dijo que era su responsabilidad la conducción de la prisión, y que podían realizarla de la forma en que quisieran. Zimbardo les proporcionó a los guardias las siguientes recomendaciones durante la junta:

“Pueden crear en los prisioneros sentimientos de aburrimiento, y una sensación

de miedo hasta cierto grado. Pueden crear la noción de arbitrariedad, de que sus

vidas se encuentran totalmente controladas por ustedes, por el sistema, y que no

tienen ninguna privacidad… Vamos a arrebatarles su individualidad de varias

formas. En general, a lo que conduce todo esto es a una sensación de impotencia.

Eso es el resultado de que en esta situación, nosotros tenemos todo el poder y

ellos no tienen ninguno".

“Aún cuando los prisioneros se encontraran dormidos, no serían capaces de

escapar de la atmósfera de opresión. Cuando un prisionero se volteará del otro

lado de la cama, la cadena golpearía su otro tobillo, y lo despertaría,

recordándole que aún se encontraba en prisión, y que solo era capaz de escapar

de ahí en sus sueños.” 

Al poco tiempo se vio como los guardias inventaban técnicas de persuasión y de castigo para controlar a los presos, separándolos en grupos de bueno/malos o quitándoles los colchones para hacerles dormir en el suelo etc. Tenían prohibida la violencia física pero por las noches se pasaban con los presos pensando que los investigadores no les observaban. A los presos se les puso en toda clase de situaciones humillantes: vivir desnudos, limpiar letrinas o incluso poses homosexuales. 

A los guardias se les dio macanas de cartón y un uniforme de estilo militar color khaki, que habían escogido ellos mismos en una tienda local de suplementos militares. También se les dieron lentes de sol con el objetivo de prevenir el contacto visual. A diferencia de los prisioneros, los guardias tenían que trabajar en turnos y regresar a casa durante los relevos. A pesar de esto, muchos se quedarían mas tarde para prestar ayuda, aún sin paga adicional. Los prisioneros fueron vestidos con batas de muselina (Sin ropa interior) y sandalias de hule, que según Zimbardo, les obligaría a adoptar “posturas físicas poco familiares” y les generaría discomfort, lo cual contribuiría a generar desorientación. Fueron asignados por medio de un número en vez de por un nombre. Estos números fueron grabados en sus uniformes, y los prisioneros fueron obligados a usar medias femeninas de nylon en la cabeza, para simular estar rapados al estilo del entrenamiento básico militar. Adicionalmente, usaron una pequeña cadena alrededor de sus tobillos como un “recordatorio constante” de su encarcelamiento y opresión.

A las 36 horas de comenzar el experimento, un preso empezó a sufrir estrés emocional y comenzó a llorar y experimentar ataques de rabia. Los guardas pensaron que se trataba de una táctica para que lo dejaran salir. El preso fue liberado, aunque al poco tiempo los guardas escucharon grabaciones sobre un plan externo para liberar a los estudiantes de la falsa cárcel al día siguiente. 

El experimento estaba inicialmente planeado para 2 semanas, pero tuvo que cancelarse a los 6 días debido al exceso de humillación y inhumanización que recibían los presos y a que los guardas se habían metido excesivamente en sus papeles. Cuando el experimento se canceló los guardias incluso mostraron gran enfado. 

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