Algunos experimentos en animales

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Ovejas en metanfetamina: Un estudio fondeado por una compañía que haces “tasers”, armas de electroshock, usadas por la policía para inmovilizar a sospechosos, probó el uso de estos aparatos en ovejas previamente dosificadas con crystal meth (metanfetamina). El estudio intentaba probar que los electroshocks no producen arresto cardiaco en personas que consumen crystal meth -a las cuales debido a sus exabruptos se les aplcia esta moderna forma de tortura-, como se sospecha de algunos arrestos que han tenido complicaciones médicas. Este cruel estudio además de violar toda consideración por los derechos de los animales, viola toda objetividad científica ya que fue fondeado por una compañía que fabrica estas armas, Taser International, en un claro conflicto de intereses.

El efecto de la cocaína en la sociedad de las abejas: ientíficos de la Universidad Macquarie, en Australia, no tenían mucho que hacer (o habían tomado drogas psicoactivas) cuando se les ocurrió probar la siguiente hipótesis: “La cocaína tiene los mismos efecos devastadores en una sociedad de abejas que en la sociedad humana”. Algunas abejas fueron separadas de la población y dosificadas con cocaína para luego ser liberadas con el resto de la población en su búsqueda de ázucar. Aunque las abejas adictas no dejaron de buscar y econtrar ázucar, la otra “ázucar” si les provocó que sobreinformaran a sus contrapartes en el panal, exagerando su danza oscilatoria con la que informan a las demás. No se equivocaron en la ubicación, pero sí en la cantidad. Cracked.com, apunta a que esto prueba la hipótesis, ya que las abejas en coca “son como ese tipo que siempre llega exagerando en las fiestas a decirte que quedó de verse con unas chicas supersexies y que tienes que ser su mancuerna.. y cuando vas sólo te encuentras a dos puertorriqueños practicando un poco de jardinería nocturna"

NASA prueba la influencia de las drogas psicoactivas en el diseño de las arañas: En el que es el estudio seminal sobre drogas y sus efecto en animales, científicos del Masrhall Space Center probaron hace más de tres décadas distintas sustancias psiocactivas en arañas (cafeína, marihuana, LSD, etc.) para ver cómo “resistían a la toxicidad de estos químicos”. Al parecer la telaraña en LSD es la que conserva más sus patrones geométricos:

Peces siameses de pelea en LSD para revolucionar la pesca: A principios de la década de los sesenta, el biólogo Howard Loeb tuvo una idea que en su momento fue considerada tanto genial como rídicula. Darles LSD a los peces para facilitar la pesca y limpiar el agua de peces indeseables. El LSD como una arma química para depurar los cuerpos lacustres y pescar las razas más limpias para el paladar humano. Loeb llevó a cabo su experimento con éxito en peces siameses de pelea: los peces flotaban por horas en estupor en la superficie acuática y luego regresaban a su conducta normal. Antes que Loeb pudiera convertirse en multimillonario viviendo de la bonanza de la pesca usando LSD de carnada para subvertir a los peces (y perturbar los ecosistemas), el uso experimental de esta sustancia fue detenido por su prohibición a mediados de los sesenta.

Dosifican elefante con dosis de LSD para 3 mil personas y muere cinco minutos después: En el más brutal de los experimentos de esta lista, el inconsciente científico de la Universidad de Oklahoma Joylon West dosificó a un elefante con 297 mg de LSD, una dosis suficiente para que cerca de 3 mil personas sientan los efectos de este psicodélico, en palabras del investigador “una marcada perturbnación mental” Joylon West estaba investigando la similitud entre los ataques de furor que experimentan algunas personas bajo ciertas drogas y los casos de algunos elefantes que entran en un estado de fuga sobrecogidos por una furia inexplicable. Había calculado, supuestamente la dosis equivalente para que un elefante de 14 años y 3200 kilos padeciera esta furia en una situación controlada. Sin embargo, el pobre Tusko, cinco minutos después de tomar el LSD, se colapsó, defecó y poco después murió, pese a que su pareja Judy lo había intentado sostener.

Joylon West todavía tuvo el descaro de concluir “Parece que los elefantes son altamente sensibles al LSD, algo que podría probar ser útil en África”.

El doctor John Lilly da LSD a los delfines para comunicarse con ellos: Pionero en la comunicación animal y en el estudio de “la biocomputadora humana” empleando psicodélicos para reprogramar el cerebro, John Lilly estudio varios años a los delfines en su intento de comunicarse con estos inteligentes animales, algo que logró de manera telepática, según su percepción.

Lilly reporta el caso de una delfín que no le gustaba tener contacto con los seres humanos, pero que en LSD-25, después de dos años de alejarse, 40 minutos después de una inyección de 100 mcg, esta delfín se acercó nadando al Dr. Lilly, en un estado de inusitada tranquilidad, con un ojo afuera del tanque y un ojo viéndo al doctor que buceaba, así meditando en samadhi por 10 minutos sin moverse. Lilly, que desarrolló su propio lenguaje gestual con los delfines, concluyó que el LSD hace que estos cetáceos se vuelvan dóciles y regulen el ritmo de sus vocalizciones.

Ratas en éxtasis que oyen música a alto volumen tiene más sexo que las ratas en éxtasis que no oyen música a alto volumen: Díficil haber ideado una variable tan volada, por esta razón científicos de la Facultad de Medicina de Bari se llevan el lugar de honor. Al parecer los científicos italianos estaban investigando los efectos de la cultura rave en el desempeño sexual. Lo que obtuvieron es que el MDMA (éxtasis) afectó el desempeño sexual de las ratas de manera negativa, sin embargo, si estas ratas eran también dosificadas con música a alto volumen, “similar a la que escuchan en los raves”, se producía una rara sinergía en la que recobran su potencia sexual. En cambio la música sola no produce una mejoría en el desempeño sexual de estos roedores. De esto poderíamos inferir que el éxtasis es, si acaso, la droga del amor sólo mientras dura la música dura.

Experimentos con delfines: John C. Lilly quería descubrir si los delfines pueden hablar a las personas. Para esto hizo que una mujer, Margaret Howe, viviera con un delfín por un tiempo prolongado, enseñándole palabras, jugando con el y compartiendo todo el tiempo posible, en una casa adaptada para contener agua suficiente. 

Sin embargo, el delfin, llamado Peter, no quería una madre, como el experimento explicaba, sino una pareja. Al ser rechazado por Margaret, Peter se volvió agresivo. Las tácticas solo funcionaron cuando Margaret hizo lo que Peter quería. Este es el primer experimento mediante el cual se prueba que los humanos pueden satisfacer las necesidades sexuales de los delfines. Cuando esto pasa, se vuelven más cooperativos y aprenden mejor. La reputación del científico decayó, sobre todo desde el momento en que comenzó a usar LSD para hacer que los delfines cooperaran.

Experimentos en humanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora