13 - Jasper

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¿Saben que es peor que lavar un pelo lleno de huevos de piojos?

Lavar el pelo de Drew Tanaka. Eso es de lejos, lo peor que puede hacer un humano... No hay nada que lo iguale. De verdad.

Piper McLean es una estilista renombrada del salón de belleza Afrodita. Su carrera aunque apenas ha empezado, va por muy buen camino y es una de las mujeres más solicitadas por los clientes para que ella les haga los milagros de belleza. Sus manos creaban arte y gloria.

Tenía casi un don. Para ella, resaltar y sacar la belleza hasta a la chica más fea, era pan comido. ¿Quién lo diría? La chica que nunca se maquillaba ni se vestía bien, había resultado bastante buena para estás cosas de la alta sociedad. Aunque al principio sólo había aceptado el trabajo porque necesitaba con urgencia el trabajo, internamente, estaba muy orgullosa de sus logros. Sin embargo,  momentos como este era en donde ella quería lanzarse por la ventana o agarrar el cable de una secadora para matar a su peor enemiga en la historia de su vida.

Drew... Tanaka... Apostaba que el grito que había sonado en la calle, junto con varias bocinas de los autos, había sido por culpa de nombrarla...

- Más te vale hacer bien tu trabajo. - La voz de la asiática era mandona y chillona, causaba en Piper, una gran jaqueca. -  Ash, ojalá estuviera aquí Silena. Ella es la única que sabe hacerme mi baño de luz "perfecto"

- Sí, es una lástima que no esté aquí. - Murmuró de mal humor, ojalá estuviera para aguantarla. - Por favor acuestese más...

La asiática bajo un poco más la cabeza para que ella pudiera mojarle mejor el pelo, sus manos hicieron su trabajo habitual pero por primera vez desde hace meses, su corazón no estaba en el acto. De vez en cuando, sus ojos eran llamados tentandoramente por el grifo de agua caliente. Le seducia con maldad para nada travesuras que le costaría caro.

- ¿Estás usando un shampoo de marca y reconocido? - preguntó Drew muy preocupada. - No quiero que uses ningún shampoo barato en mí pelo, ¿oíste?

- Sí, señorita. - Asintió complaciente, mientras imaginaba que estiraba su pelo con fuerza, cada que escurría el agua de ella.

Era hora de agarrar la crema adecuada, necesaria y "muy cara" para el baño de luz de la señorita exigente.

Mientras tanto, cerca de los productos de todo tipo que poseía el salón de belleza, un muy curioso Leo Valdez miraba con mucho interés cada frasco de tinte que había en cada estante. Su amigo de pelo rubio, estaba sentado en un sillón esperando pacientemente a que su madre terminará con su manicure. Leo estaba desesperado por encontrar algo por lo cual distraerse, Jason estaba más que distraído admirando a la mujer de hermosos ojos arco iris que lavaba el pelo de otra.

- Cuántos productos con químicos tan raros amigo... - Comentó Leo a su amigo, agarrando y cambiando de lugar algunos frascos por diversión. - Uno se pregunta si todos estos productos son los culpables de que algunas chicas parezcan que no tengan muchas neuronas.

- Deja las cosas en su lugar, Leo. - Le regañó el rubio, ocultándose detrás de su revista rápidamente cuando vio a la chica acercarse hacia ellos. ¡Pero que emoción! ¿Qué debería hacer? ¿Si la miraba muy intensamente pensaría que la estaba acosando?

Piper fue hacia los productos que Leo había desordenado hace un momento, la castaña encontró al latino de in fraganti y le dio una palmada a su mano con fuerza para que dejará una lata de alcohol en su lugar.

- Está prohibido tocar los productos del local. - Advirtió Piper, frunciéndole el ceño. Luego, de reojo divisó al rubio de hace días atrás que se había desmayado. E inmediatamente sintió sus mejillas arder.

- Hola.- Saludó Jason sonriendo nerviosamente antes que ella.

- Hola - Contestó ella de inmediato. - Espero que ya te encuentres mejor.

- Lo estoy, gracias. - Respondió avergonzado al recordar el incidente del otro día.

- Ok. - Con la mirada picarona de Leo Valdez, Piper agarró sin ver del todo uno de los frascos que estaba sobre el estante. - Yo, tengo trabajo que hacer... ¿nos vemos luego?

- Sí, claro. - Sonrió Jason emocionado. - Estaré por aquí.

Cuando la chica se fue, Leo se sentó  a lado de su amigo para darle un codazo cómplice. Jason le puso los ojos en blancos pero no mencionó nada más por la alegría que quería saborear. El segundo encuentro había resultado más que bien. Necesitaba darse palmaditas en su espalda en privado.

- ¿Viste al chico guapo de allí? - Susurró Drew contenta, refiriéndose al chico con el que Piper había hablado hace unos minutos. - No ha dejado de mirar en esta dirección todo el rato, es obvio, que está embelesado por mi increíble belleza.

-  Seguro que sí señorita Tanaka. - Concedió con voz monótona. - Usted es irresistible...

Dentro de la mente de Piper, cada neurona suya gritaba de horror por las palabras que había dicho. ¡Dios la perdone por tal blasfemia! Pensó la castaña, mientras ponía un poco de crema en sus manos y lo esparcía alrededor de su pelo.

- ¡Michel! - Gritó la señorita Ruth al fondo del local, a uno de sus secretarios que corrió hasta ella para atenderla. - ¿Has visto el frasco de tinte verde?

Piper le frunció el ceño a su reflejo en el espejo, está confundida. ¿Cómo es que no habían encontrado...? Piper bajó los ojos hacia el cabello de la asiática. El agua que corría y se iba por las tuberías hasta el desagüe... Era de un oscuro y mohoso verde...

Oh.My.God.

Piper no sabía cómo se sentía un ataque cardíaco, pero casi podría jurar que había estado a segundos de sufrir uno...

- siento que mi pelo esta muy pegajoso. - Dijo Drew despreocupada, y llevando una mano a su pelo mojado. Cuando ella observó que sus dedos estaban pintados de color verde. Se incorporó bruscamente de su asiento para mirarse en el espejo.

- Oh. No. No. - Inició ella, subiendo el tono de su voz cada vez más alto. - ¡¿QUÉ ME HICISTE IMBÉCIL?!

Y entonces ella chilló, como alma condenada en el Hades, Drew empezó a gritar y a mirar con gran furia descontrolada a Piper. Porque desde la raíz hasta las puntas, el color de su cabello se había convertido en verde musgo. Cada hebra de su cabeza, Piper no podía mas que quedarse boquiabierta en frente de ella. Sin saber exactamente como esto le había pasado por primera vez en su trabajo.

Leo Valdez tragó saliva, ignorando deliberadamente la mirada acusadora que le envíaba Jason.

- ¿Ups...?

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