➀ Dark Singer➧Ƴɱ

06

—Gracias por todo, pero creo que ya debería ir siendo hora de volver a casa, se está haciendo tarde —dijo JiMin, ya con sus ropas devuelta y con un agradable olor a lavanda en ellas. Tomó de su guitarra haciendo una reverencia.

—¿Ya te vas? —preguntó Hye, con ojos tristes—, ¿por qué no te quedas? Hace tiempo que nadie me canta antes de dormir...

—Por favor —pidió YoonGi, levantándose del sofá de la sala, donde habían estado los tres pasando la tarde entre risas y buenas películas, sin obviar el hecho de que estuvo todo el día pegado al pecho de YoonGi, sintiendo su cuerpo contra el suyo mientras se dejaba abrazar al tiempo que transcurría la película. El pecho de JiMin se encogió allí mismo por el pedido del pelinegro, pero sabía que si se quedaba a solas con YoonGi justo ahora, podría ser capaz de saltar sobre él, después de pasar todo el día respirando su esencia, casi dormitando entre sus fuertes brazos y escuchar su ronca risa golpear su cuello, no creía ser lo suficientemente fuerte para mantener a raya a su animal y a él mismo.

Lo necesitaba tanto.

—Por favor... —volvió a repetir, está vez acercándose a JiMin para tomar unas de sus manos y entrelazarla con la suya. Esta vez no fue capaz de decir no.

—Esta bien —suspiró, derrotado, recibiendo un beso en la mejilla que le corto la respiración. El contacto fue mínimo pero fue suficiente para sentir sus rodillas flaquear y al mundo dar vueltas, necesitaba una cerveza en ese momento o se volvería loco por ese susurró que recayó en su oreja: "gracias" le había dicho YoonGi, ¿gracias por qué? Quiso preguntar, pero enseguida la pequeña Hye corrió hasta él para que la tomara en brazos.

—Quiero escucharte cantar, oppa, pero también tengo sueño, así que tendrás que cantarme una nana —bostezó, abrazando el cuello de JiMin, el cual sonrió con ternura y asintió.

—De acuerdo, ¿dónde esta tu habitación, pequeña?

—Segundo piso, primer pasillo a la derecha, tiene un cartel con nombre "Hye" en la puerta, no te perderás —alentó YoonGi—. Yo limpiare este desastre, ¿si? —JiMin asintió, enrojecido hasta las orejas, nunca le habían hablado así aparte de su madre y YoonGi lo había hecho durante todo el día, como si fuera un niño, como si fuera alguien al cual deseaba proteger de todo y de todos, haciéndolo sentir malditamente especial, ¿por qué hacía eso? YoonGi sonrió y se acercó para besar la frente de Hye pero sin apartar la mirada de él, incitándolo a que se relamiera los labios como lo había estado haciendo durante todo el día—. Duerme bien, pequeña. Nos vemos mañana.

—Buenas noches, YoonGi oppa —susurró con sueño, antes de que JiMin corriera escaleras arriba, fuera del área de visión de YoonGi, tenía tanta vergüenza ahora mismo, que deseaba que la tierra se lo tragase, ser el centro de atención de alguien, ser cortejado, ser protegido, no eran palabras que incluían a su persona, nunca lo fueron, y serlo ahora, era muy extraño y difícil, definitivamente YoonGi debía de estar enfermo para ver algo bueno en él.

—YoonGi oppa, nunca había estado tan feliz desde la muerte de mamá y desde que su esposa lo abandonó —susurró Hye. Provocando una bomba de preguntas en JiMin, ¿tenía una esposa? ¿su madre murió? ¿por qué el no lo sabía? Claro, ellos no se habían conocido aún. "Idiota"—. Quizás no lo sepas, así que no le digas a YoonGi que te dije... —JiMin asintió, curioso—. Él estuvo buscándote por mucho tiempo. Un día llegó y le pidió a HoSeoki que buscará información sobre un chico muy bonito que tocaba la guitarra y cantaba como un ángel —rió la pequeña—. Obviamente HoSeoki le preguntó si estaba drogado o algo, pero después comenzaron a buscarte. Él te eligió JiMinie oppa, así que por favor, cuídalo, ¿si? —y él asintió, a sabiendas de todo a lo que se acababa de comprometer, porque algo muy dentro de él lo sabía, la mirada de la última mesa, el disfrute de sus ojos cerrándose para escucharlo, el profundo latido de sus ojos deseándolo a él, solo a él. JiMin lo sabía, sólo eran horas perdidas.

Horas en las que debió de haberse acercado a él y haberlo alejado de las garras de Jin.

Al llegar al cuarto JiMin acostó a la pequeña entre sus sábanas color rosa pastel y acomodó sus peluches alrededor de ella, permitiéndole abrazarlos entre sus bracitos. En silencio, se sentó en el suelo y mientras acariciaba los cabellos negros de Hye, quién le sonreía de oreja a oreja, comenzó a cantar la única nana que conocía, la que le cantaba su madre de pequeño; quería que Hye también la conociera.

Su pecho se oprimió ante el recuerdo, pero se prometió a no llorar hasta que los ojos de Hye se cerrarán a causa del sueño, y cuando lo hizo, pensó que su cuerpo se desharía allí mismo, que sus defensas de gran felino caían y se rompían en miles de pedazos, como una bola de cristal que impactaba contra el suelo, y allí, en silencio, se rompía él.

Quizás por eso los grandes felinos deseaban hacer sus vidas separados, porque no soportarían la perdida de uno de los suyos.

La puerta se abrió suavemente, inundando sus pulmones del ya conocido aroma a olivo y se dió vuelta para encarar al cambia formas que había entrado. YoonGi ofreció una de sus manos a JiMin, mirándolo fijamente, sin esa sonrisa encantadora sobre sus labios, pero si con esa mirada que le ofrecía el mundo si sólo él se dejaba amar. Y sin duda alguna, tomó de su mano, que le ayudo a levantarse antes de encerrarlo entre sus brazos de manera protectora. Y con el latido de sus pechos chocando, sus cuerpos se separaron lo mínimo para que sus rostros quedarán frente a frente.

Entonces, toda tristeza careció de sentido y en su lugar, sus labios se encontraron, dulce, suavemente, provocando cosquillas y una agradable sensación que revoloteaba sus manos hormigueantes y debilitaba sus rodillas.

Un gruñido quitó a JiMin de su burbuja y lo hizo mirar a los ojos a YoonGi, siendo capaz de ver a través de ellos el destelló del amor, el deseo y la necesaria protección—. Vamos a la cama —exigió, y él no pudo rechazarlo.

Porque lo que más quería justo ahora, era estar entre sus brazos.

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Se acerca el lemon)? dsksa