Capítulo 10

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Durante una fracción de segundo pensé que no se atrevería, pero de repente sentí sus labios contra los míos, tratando de hacerle espacio a su lengua dentro de mi boca. Su erección la notaba aún más prominente contra mi cadera y eso hacía que me excitase de tal manera, que mi entrepierna se comenzaba a mojar a raudales. Duramos varios minutos, ahogándonos en pasión, aprisionando nuestra lujuria y dejando libre el deseo de comernos vivos. Repentinamente siento como una mano se posa en mi culo y lo toca suavemente, es juan que ha dejado de juguetear con la pelirroja y ha decidido acompañarnos. Me acomoda mi cabello hacia un lado, dejando mi cuello totalmente expuesto para sus besos. Empieza a darme pequeños mordiscos, que bien sabe el que hacen que mis piernas tiemblen y  mi sexo se moje aún más a tal punto de sentir electricidad en mi cuerpo. Entre tanto Sergio sigue besándome, no deja de masajear mi lengua con la suya y su erección se nota aún más si es posible

- nena, invítale a casa, tengo ganas de follarte ya y quiero que él lo vea – dice juan suavemente y vuelve a atacar mi cuello.

Sin pensarlo mucho, paro de besarle pausadamente y le digo al oído

- bueno, ¿no ha sido tan malo verdad?, además tu amigo parece que le ha gustado nuestro espectáculo – y señalo a juan que sonríe detrás de mí – llámame atrevida, pero tengo ganas de ir a casa, ¿te vienes con nosotros? – y así sin más, invito a Sergio a acompañarnos, deseando que su respuesta sea positiva porque deseo que esta noche sea para recordar

- imposible decirle que no a una chica tan guapa – dice tomando entre sus manos mi cara y volviéndome a besar.

Ya de camino a casa, en el coche, juan conduce muy atento a la carretera, no sin dejar de observarnos por el retrovisor. Insistió que fuera atrás con Sergio, para hacerle compañía según él, pero sé muy bien que es por la actitud voyeur que tiene y que no hay nada más erótico para él, que ver como beso los labios de otro hombre, es una fantasía que los dos tenemos desde hace un año y al parecer por fin se podría cumplir

- ¿cómodos chicos? – nos dice de manera inocente, aunque claramente sabe que vamos los dos muy calientes por la situación – tranquilo Sergio, puedes relajarte todo lo que quieras – y le guiña el ojo por el retrovisor.

Sergio hace caso a sus palabras y se comienza a relajar paulatinamente, yo por otro lado voy consiguiendo que se relaje aún más tocándole sutilmente la entrepierna, aunque desearía lanzarme sobre su boca y besarle apasionadamente pero sé muy bien que debo ir con calma, no quiero que se lleve una mala impresión mía

- ¿te sientes bien? – le digo sin dejar de tocarle. El me mira excitado y asiente con la cabeza. Acto seguido él también me toca la pierna y siento inmediatamente un escalofrió que me recorre todo el cuerpo. Es el momento, es aquí y ahora.

Me acerco a él sigilosamente y el responde aún más a mis caricias, de repente siento como sus labios se posan nuevamente en los míos y esta vez el beso es aún más intenso, mas libidinoso. Nos entregamos a la lujuria que trae consigo el momento, olvidándonos de todo. Me toca la espalda, intentando acercarme más aun hacia él, yo le tomo por la cabeza, hundiendo mis dedos en su cabello y le beso más entregada aun

- hemos llegado pareja – dice juan mirando divertido hacia la parte trasera del coche – no querrán continuar el juego mejor dentro de casa, ¿verdad? – e inmediatamente sale del coche y me abre la puerta. Al salir me toma entre sus brazos, me besa con más posesión aun, dejándole claro a Sergio que soy suya solamente, aunque le guste lo que acaba de presenciar. El por otro lado, no deja de mirarnos la escena también le excita a él y está ansioso por que retomemos todo dentro de casa.

Ya dentro del ascensor juan vuelve a besarme indomablemente, sin dejar de marcar su territorio. Esta vez Sergio se lanza un poco más a la aventura y me toca sutilmente las caderas, acercando su erección a mi culo, me aviva carnalmente de sobre manera, tanto que comienzo lentamente a gemir por los besos de uno y las caricias de otro. Mi sexo no aguanta más la espera, desea sentir apresuradamente esas dos pollas dentro de él, esta hambriento y con ganas de sexo rudo y caliente.

Llegamos a nuestro piso, juan con toda prontitud abre la puerta y nos invita a seguir. Enciende las luces de nuestro salón y deja su abrigo, indicándole a Sergio también donde puede dejarle. Se aproxima a poner un poco de música. La habitación se llena con los acordes claros de Depeche mode, suena bajo “Question of lust”, algo que resulta muy apropiado para el momento. Nos ofrece una copa de nuestro bar particular, los dos asentimos gustosamente a la invitación. Yo ya no aguanto más, así que decido ir a por mí presa, ya comienza en todos los sentidos mi caza.

Cuestión de lujuriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora