Capítulo 8.

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He quedado en 15 minutos reunirme con Dulce en el restaurante que hay dos calles más abajo del edificio donde trabajo, así que comienzo a recoger mis cosas y a apagar el ordenador. Debo pasar antes por el despacho de mi jefazo para entregarle la justificación de mi semana de falta. De camino ahí, Lucy y Kath (que parecen siamesas) se me acercan y me abrazan.

-Anita, que falta nos has hecho este mes -exclama Kath y yo sonrío. Las mujeres no es que sean mis amigas más íntimas, pero son majas y  soportables- y de los chismesitos que te has perdido.

Soportables cuando no son unas cotillas, claro está.

Lucy se acerca y aparta un poco la camisa de mi hombro y exclama:

-¡Pero que bronceado de escándalo! No sabía que en Madrid habían playas

-Y no las hay.. -me alzo de hombros y Lucy me giña un ojo en complicidad- las veo más tarde, chicas.

Me dirijo pasillo abajo hasta el despecho de Richard García, luego de que su nueva secretaria, una tía rubia con grandes tetas y cintura casi invisible me hiciera pasar. Como no.

-Anahí, querida. Bienvenida de nuevo -me recibe el viejo verde levantándose de su asiento y acercándose a mi para abrazarme. Se lo permito, pero pongo distancia casi en seguida- Espero que hayas tenido una agradable reincorporación.

Si eso era lo que pretendía con el ramo de rosas que me recibió en mi despacho y tiré a la papelera, está lejos de ser agradable.

Paso de eso porque ya le he pedido que no lo haga las suficientes veces como para pensar que lo hace sólo para verme molesta.

-Si, gracias. Acá está mi justificación de mi ausencia esta semana -le planto el papel a la mesa y me alejo para dedicarle una sonrisa falsa.

-No hacía falta porque confío en ti, Any. Pero está bien.

Odio que me diga Any.

-Bien, pues. Que tenga un feliz día -le digo lo más cordial que puedo y comienzo a caminar, pero el viejo verde me detiene con su asquerosa mano. La aparto disimuladamente.

-¿Puedo invitarla a almorzar?

-Uhm, tengo planes, lo siento. -otra sonrisa falta y salgo pirada de ahí.

Llego solo 5 minutos tarde al restaurante y busco a Dulce con la mirada, la encuentro en una esquina del local y voy hasta ella.

-¡Dulcete!

-¡Enana! -se levanta para recibirme y me abraza- Ay, Dios. Te extrañé. Disculpa el plantón del sábado, de verdad.

Nos sentamos y le hago un gesto de no te preocupes y miramos la carta.

-Hubieras llegado unos 5 minutos antes y te presento a mi novio. Me ha dejado aquí, pero al menos de lejos. En fin. ¿Quedamos el sábado de antro, no?

-Si, ¡claro!

-Prometo no más plantón -muestra su palma de juramento que me hace gracia.

Pedimos lo propio a la mesera y retira nuestras cartas.

-¿Que tal Madrid y Acapulco? -me pregunta mi amiga con una enorme sonrisa y unos ojos brillosos que mucho no veía. E imagino la persona detrás de esa felicidad.

-Sorprendente aburrido -le quito importancia con un gesto de mano porque se que en cualquier momento preguntará por Rodrigo. Y no quiero hablar de él - Pero a ver tú, picarona -descanso los codos en la mesa y entrelazo los dedos en el montón- cuéntame eso de nuevo novio -la pincho molestandola, su cara se vuelve un tomate, su sonrisa se ensancha y se le ilumina la mirada.

¿Deseo o Lealtad? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora