Capítulo 6.

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En la encimera de la cocina aun estaba la botella de vino que había sacado. La guardó en los estantes mientras yo me sentaba en la banqueta alta. Sacó unos cereales de aros y un bol.

-¿Cereal? -pregunté sorprendida y con gracia, consulté mi reloj dorado de pulsera- son las 2 de la madrugada.

Llenó el bol y lo colocó entre los dos.

-Por eso -sonrió mientras se llevaba un puñado se cereal a la boca, pero se detuvo y abrió los ojos- a menos que quieras algo más, yo podría..

-No, no.. Esto está bien -sonreí de vuelta y tomé un puñado más pequeño de los aros de colores.

-Vale -se llevó un puñado más a la boca, una boca muy sexy... - Siempre odie el cereal con leche, aunque mi madre siempre me obligaba a tormarlo así -sonrió de lado, pero pude notar tristeza en su voz.

-Desde.. ¿Desde cuando vives solo? -pregunté con dulzura, queriendo de algún modo saber de sus padres.

-Desde los diecisiete.

-Oh!

-Mis padres murieron en un accidente de tráfico, yo iba con ellos. -bajó la vista al aro rojo que tenía en sus dedos y me sentí mal por él. Imaginar que pudo ver morir a sus padres me estrujó el corazón y quise abrazarlo. En cambio, tomé su mano.

-Lo siento.. debió ser muy fuerte.

-Lo fue -apretó mis dedos- es algo que no le deseo a nadie.

Sus ojos perdieron el brillo de hacía unos momentos. Sabía cuanto podía doler. Dulce había pasado por algo similar, pero sus padres viajaban en un avión a Paris cuando este se estrelló. Nos afectó a todos. A Dul le costó recuperarse. Menos del trauma con los aviones y los aeropuertos, claro está.

Pero no iba a hablar de dolores ajenos.

-Pero has logrado salir adelante y tener tu propio negocio. Estarían muy orgullosos si te vieran ahora. Estoy segura que lo hacen -le ofrecí mi sonrisa más cálida y él me la correspondió.

-Lo sé. Gracias.

¡Pero que sonrisa!

-¿Que hay de tus padres?

-Pues, se mudaron hace unos a años a Madrid por el trabajo de papá. Mi hermanita se fue con ellos, yo no quise irme.

-¿Por alguna razón en especifico?

Recordé aquella época. Rodrigo y yo éramos muy unidos y aunque aun no formalizabamos la relación (por él, no por mi) casi me rogó que no me fuera. Yo, por supuesto, acepté. Lo amaba demasiado para alejarme de él. Estaba por terminar mi carrera universitaria y ya tenía unas cuantas ofertas de trabajo. Además, odiaba la idea de alejarme con mis amigas.

-Por varias razones. Tenía mi vida aquí. Ya sabes, una carrera, amigos, un casi-novio. Estaba bien. Y amo México, no pienso irme nunca.

Él asintió y la conversación siguió un curso más seguro. Lo observaba detenidamente, casi como boba, mientras masticaba los aros y me hablaba de películas y series. Incluso así, todo despeinado y sin camisa, era bastante más sexy de lo que me pareció en el club. Sus músculos eran bastante sexys, y al tacto eran tan duros y...

Un aro de cereal aterrizó en mi ojo sacándome de mis pensamientos lujurioso.

-Oyee.. -el chico se rió y me acercó, dándome un beso donde me había golpeado con el cereal ¡pero que lindo!

-Te pregunté algo.

-¿Eh? Perdón, ¿que cosa?

Que vergüenza. Seguro hasta había babeado viendo sus músculos. Sin embargo el sonrió y cuando se disponía a hablar su IPhone sonó sobre la encimera. Se disculpó y lo tomó para leer, supuse yo, un mensaje. Su expresión divertida se borró, apretó los labios y dejó el aparato con cuidado donde estaba.

¿Deseo o Lealtad? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora