Tu ser luce como un desierto, vacío.
De vez en cuando el cielo crea lluvia, lo agradeces, porque te mueres de sed.
Pero cuando para de llover es una vuelta a empezar.
Es la misma locura, no te hace sentir nada, solo tortura.
Deseas que llueva, pero la única lluvia que se forma, empieza en tus ojos.
No sabes que hacer, porque la lluvia que creas viene con una tormenta de inseguridad.
Esa misma tormenta te guío y te trajo hasta este desierto, del cual no sabes salir.