Quieres pensar que lo conseguirás, pero cada día se hace una tarea todavía más ardua.
Sus actuales palabras no pueden hacer que olvides sus antiguas palabras.
El hecho de que le des igual no impide que pienses que una vez le importaste...
¿Sabes qué?
Ya no le importo, me ve y está con cara: que asco, que poto.
No la culpo, siento lo mismo al verme en el espejo.
También veo un ser moribundo y desecho, el cual se arrepiente de lo que a hecho.
Por mucho que lo intento, acabo en el mismo punto.
En cuanto me levanto la vida me vuelve a echar.
Y ya me ves a mí, allí, tirado, pensando "¿Para qué levantarme si volveré a caer?".
Siento que sería mejor quedarme en el suelo, podrido.
Pero también siento que lo bueno vendrá tras una numerosa cuenta de caídas.
Y el no olvidar es lo que me hace aguantar cada una de ellas.