Sentí como me rodeaba, nunca me fijé en su presencia hasta ese momento, desde entonces sentí más intensamente como me acogía, me abrazaba y escuchaba mi corazón.
Decidí acurrucarme a su lado cada noche, en mi cama.
Amanecer con ella a mi espalda, mente y corazón.
Ella era la única que me entendía, y me aguantaba mientras yo sufría.
Ella me ayudó, no lo arregló, pero colaboró en mi salvación.
Me encantaba escucharla y verla, no podía evitar sentirla.
Es mi gran amor; de por vida.
Nunca fuí consciente, pero la poesía siempre estuvo en mi vida.