A sus treinta años Kim JongDae ha tenido más fracasos amorosos en su vida que cualquier persona normal, sumado a eso su padre pide un heredero para su imperio de autos Alfa Romeo antes de morir; no es que JongDae no desee dárselos pero ¿Qué puede ha...
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Una larga mesa estaba instalada en la terraza de su piscina, el mantel blanco estaba dispuesto y sobre ella once platos de su vajilla descansaban; varios jarrones con flores silvestres decoraban la larga mesa, JongDae se pregunto de donde habían salido esos jarrones y más aun las flores.
—JongIn. –llamo JongDae. —¿Por qué hay once lugares si solo somos diez?
—Oh hyung, ¿Tu papá no te dijo?
—¿Decirme qué?
—Va a traer a alguien más.
JongDae simplemente respiro. Su padre. —Está bien JongIn, gracias por al menos decírmelo tú. Por cierto ¿De dónde salieron esas flores?
—Hannie las traía. –comento un feliz SeHun saliendo de JongDae no sabe dónde. —¿No son adorables? –comento con una sonrisa demasiado deslumbrante y empalagosa en su rostro
—Si tú lo dices.
—Lo digo. –sonrió. —Vamos hyung, alégrate, hoy es día de celebración.
JongDae sonrió malicioso. —Tienes razón SeHunnie, hoy es día de celebración, te pico el amor en forma de ojos grandes color avellana y flores silvestres.
Las mejillas de SeHun adquirieron un rosa bonito de admirar. —Bueno hyung, tu no me puedes decir nada, te pasa lo mismo con Min hyung, así que...
—Cierto pero yo no tengo miedo de decirlo o gritarlo al mundo entero. Todo él es mío.
—Si lo sé... ¡oh, miren! Han me llama bueno los dejo.
JongIn y JongDae rompieron en fuertes carcajadas, mientras un abochornado SeHun se alejaba a donde el pequeño rubio lo llamaba.
—Llamare a padre a ver a quien va a traer.
—Dijo algo así como un amigo pero mejor si lo llamas, iré a ayudar con lo que falta, ya casi comeremos.
JongDae asintió y luego se adentro a la casa para buscar su móvil, lo había dejado junto al de MinSeok sobre el mueble de la cocina; cuando iba a entrar a la cocina se encontró con una escena muy familiar; MinSeok en un rincón como un ratoncito adorable comiendo uno de esos panecitos que tanto amaba de vainilla rellenos con crema chantillí, era adorable, completamente adorable.
—Bebé. –lo llamo
MinSeok se llevo un gran susto ante la voz de JongDae que comenzó a atragantarse, el pelinegro corrió a darle palmaditas sobre su espalda, cuando se hubo calmado le tendió un vaso con agua.
—Minnie, no me asustes así, por favor.
—Tú no aparezcas así Dae, pensé que era alguno de los muchachos.
