Travesuras, enojos y lágrimas.

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La puerta del departamento se abrió y la morena entró tratando de hacer el menor ruido posible, conocía a Seung y lo más probable era que estuviera estudiando o leyendo algo en la biblioteca pues no sé escuchaba absolutamente nada. Caminó hasta la sala sin prender las luces, quería sorprender a su querido Seung, dejaría sus cosas allí y se escabulliria hasta donde él estaba, pero la sorprendida fue ella…

La sala estaba iluminada por uno de las lámparas de pie que iluminaba perfectamente al pelinegro que dormía acostado en el sillón, con un libro tirado en el piso y un pequeño perro entre sus brazos. El animalito se movió un poco y en cuanto ella intentó acercarse un poco más comenzó a ladrar y gruñir, lo que hizo que la pelinegra soltará un pequeño grito.

Esos ojos grises brillaban y transmitían una enorme alegría, la sonrisa era enorme y hermosa. Su cabello negro parecía tan suave y sedoso que se sentía demasiado tentado a tocarlo y esa piel morena brillaba bajo el sol haciendo aún más tentador a ese joven del que apenas conocía su nombre.

Milo ladraba y saltaba llamando la tensión de ese moreno que sonreía más y le tomaba fotos.

De repente Milo gruñó y un grito hizo que despertara…

Seung se levantó de golpe, sin soltar a Milo, que no dejaba de ladrar. Miró a su alrededor algo desconcertado y finalmente se centró en Sara que lo miraba con el ceño fruncido.

—Hola Sara, bienvenida —saludo Seung, antes de mirar serio al cachorro—, Milo tranquilo, ella es Sara y vive aquí con nosotros —agregó poniéndose de pie y acercándose a la morena para darle un corto beso en los labios.

—¿Qué es esto? ¿Desde cuándo te gustan los perros? —preguntó la morena observando al Husky que parecía estar demasiado cómodo entre los brazos de Seung. Sara sonrió y extendió su mano para acariciarlo pero el cachorro volvió a gruñir antes de que llegara a tocarlo.

—Milo —lo regaño el pelinegro y el cachorro se quedó tranquilo—, puede decirse que lo adopté, lo habían abandonado en el parque y no pude dejarlo.

—Parece que no le agrado…

—Creo que solo tiene que acostumbrarse a ti —dijo el pelinegro esbozando una pequeña sonrisa dirigida al Husky, cosa que sorprendió aún más a la morena, era la primera vez que le veía una sonrisa así.

Sara se esforzó por dibujar una sonrisa en su rostro y Milo manteniendo su guardia volvió a gruñir.

Seung bajó la cachorro, esté dió unas vueltas alrededor de los pies de su amigo y luego corrió hacia el balcón donde el pelinegro le había dejado un plato con agua y otro con comida.

—Seung, amor, creí que hablaríamos antes de decidir tener una mascota —dijo la morena viendo cómo el pelinegro levantaba el libro del piso.

—Hasta donde sé esta es mi casa y soy libre de tener mascota si así lo quiero —respondió el pelinegro mirando algo incrédulo a la morena.

—Sí… sé que esta es tu casa y estás en todo tu derecho… pero creí que al menos… me dirías algo —habló Sara con algo de dificultad, no se esperaba esa respuesta—… no sé… somos pareja y las parejas se consultan antes de tomar decisiones importantes.

—Lo siento —dijo Seung soltando un suspiro cansado—… no creí que te importara tanto, es solo un perro —agregó acariciando la mejilla de la morena para luego volver a besarla.

—Ok, tú te harás cargo de él, sabes que no me llevo muy bien con los animales —concluyó Sara antes de abrazarlo y besarlo.

……

Peludo Cupido #SeungChuchuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora