III
Nunca me hubiera esperado encontrarme lo que me encontré atado al globo.
Nunca me hubiera esperado que salir de mi ruta e ir a por un globo petado fuera a cambiar tanto mi vida.
El globo estaba en la otra punta del campo del señor Rodríguez y cuando llegué, vi que al final de la cuerda del globo había un sobre amarillento, con agujeros y parecía quemado de una esquina.
No sabía qué hacer, si ir a la policía a decir que había encontrado una carta enganchada en un globo, o quedármelo. Aunque yo no sea muy cotilla, algo en mi me dijo que necesitaba abrir ese sobre y ver lo que había dentro, a lo mejor me sorprendía.
Recogí del suelo el sobre y pude comprobar que pesaba un poco, eso quiere decir que había más que una carta.
No sé por qué no quise abrirla en aquel mismo instante, supongo que quise esperar a llegar a casa. Me guardé el sobre en mi bolso y me puse a andar a casa, que estaba a veinte minutos de donde me encontraba.
Al llegar a casa, dejé la chaqueta y el bolso encima de la cama y cogí el sobre dirigiéndome al salón, para sentarme en mi sillón favorito y ver con calma lo que había en ese sobre.
Lo abrí y se me abrieron los ojos y no pude evitar taparme la boca con mi mano de la sorpresa. Había una llave, pero lo más fuerte no es que fuera una llave, sino que era la misma llave de los pendientes que me dejó mi madre cuando murió. Esta llave nunca la había visto en otro lugar que no fuera en los pendientes, por qué tienen un dibujo singular, muy especial como un signo del zodíaco pero diferente, no sé si me estoy explicando bien, pero nunca antes había visto una llave así, y ahora la tenía delante de mis narices pero en versión llave normal, de las de abrir puertas.
Pero no solo había una llave, había también una carta y un par de fotos. No me lo podía creer, ¿esos no eran mis padres?
