Capítulo 3

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CAPÍTULO 3
REGRESANDO AL CAMINO CORRECTO

—Yo que tú no lo hago.

El pequeño gritó que salió de su boca llamó la atención de varias personas que circulaban por ahí, giró rápidamente para toparse con aquella rubia de mirada divertida, frunció el ceño molesta ante la diversión que parecía provocar en aquella mujer.

—Piensas robar ese bolso —la mirada que le dirigió la hizo avergonzarse — ¿No es así?

—N-no.

Una pequeña risa salió de aquellos labios, la observó de reojo maravillándose un poco ante el rostro exultante de la rubia.

—Eres pésima para mentir, Stephanie, sin embargo, como buena persona, estoy en el deber de advertirte —la rubia se inclinó un poco—. La mujer que piensas robarle es nada y nada menos que Suzy Bae, hija del secretario de defensa y modelo en ascenso, tiene una gran memoria fotográfica y, créeme, ella no te invitará una hamburguesa como yo lo hice.

La rubia la miraba divertida, miró nuevamente a la chica que había elegido como víctima, lucía como toda una princesita de alta sociedad, razón por la cual la había elegido.

—Hay guardaespaldas por todos lados —continuo señalando con la mirada a dos hombres que estaban a un costado de ellas—, intentas robarle algo y terminarías muy mal.

—Supongo que no debería... —regresó la mirada a la rubia—, ¿Qué haces aquí?

—Interesante pregunta —la rubia se sentó a su lado acomodando la gabardina en el acto—. Resulta que el día de hoy decidí dar un paseo por el parque y, por azares del destino, he dado contigo. Así que... —sonrió de forma cautivadora— ¿Me acompañarías por un helado?

—¿Un helado? —parpadeó incrédula—, ¡¿Quieres un helado con este frío?!

La susodicha asintió con efusividad mostrando una bella sonrisa que sintió que la deslumbraba.

—Es un bello día para un helado, ¿No lo crees? Además —la rubia dirigió la mirada a la chica que minutos atrás había decido robar—, te daré una recompensa por tomar una buena decisión.

Sintió sus mejillas arder, desvió rápidamente la mirada tratando de ocultar su rostro en aquella bufanda. La bufanda rosa que ella le había regalado.

—¿Dónde está la heladería?

Solo obtuvo una sonrisa como respuesta antes de ser tomada de la mano por aquella rubia. Se dejó llevar nuevamente, sólo que esta vez, examinó a la persona que la llevaba; la mano, fría y suave que la tomaba con fuerza, parecía que pertenecía a una princesa, al igual que la hermosa cabellera que caía como cascada en aquella espalda cubierta por una fina gabardina. No dejaba pensar que aquella mujer había salido de un catálogo de moda.

—Dime, Stephanie, ¿Alguna vez has pensado en el futuro?

Aquella pregunta la cogió por sorpresa, la rubia disminuyó su andar para que caminaran a la par, la miró de reojo para ser sorprendida por una mirada profunda, llena de curiosidad y expectante, ansiosa por escuchar su respuesta.

Desvío la mirada.

—¿Por qué debería pensar en eso? —dirigió su mirada al suelo—, el futuro es incierto y sólo trae problemas pensar en ello.

—Esa es una respuesta demasiado interesante y acertada, sin embargo, debo discrepar —la rubia se detuvo y la miró fijamente—. A veces pensar en el futuro, en lo que deseamos tener y poder hacer, nos da la fuerza y ánimos para poder alcanzar la meta que tanto ansiamos, sin embargo, también entra el problema en que mantenemos la vista demasiado tiempo mirando al futuro que olvidamos vivir en el presente. Y eso es lo que hacemos mal. Hay que mirar el futuro, si, para visualizar lo que queremos, pero también hay que estar en el presente para aprender y vivir, sin olvidar que lo que hacemos es lo que nos definirá si llegamos o no a la meta.

La niña de los ojos tristes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora