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—Me huele a que entre nosotros habrá amor —dijo Jarek en tono seductor en medio de una plática cualquiera.


—A mí me huele a que no te bañas en días —replicó Tiare, frunciendo la nariz dramáticamente.


—¡Pues claro! —exclamó avergonzado—. Tú tampoco hueles a rosas.


—Al menos no huelo a chivo. —Soltó una risita.


—El amor no es superficial —se quejó el chico, siguiendo la broma.


—Pero dicen que ojos que no ven, corazón que no siente.


—Eso solo se aplicaba a las traiciones.


Tiare suspiró.


—Tengo frío.


—Y yo tengo ganas de tomar un café con leche y verte a la cara.


—Ya cálmate —dijo riendo bajo la pelirroja.


—Nunca creí que extrañaría a mis padres —admitió.


—Yo nunca creí que ellos me extrañaran y sí que acerté. ¿Cuánto más planean tomar? —comenzó preguntando, y a medida que continuaba, subía un poco más la velocidad de sus susurros—: ¿Nos van a matar al final por ser, lo que dicen, chetos? ¿Y si deciden cortarnos una parte del cuerpo para que nuestros padres sepan que van en serio?


Jarek se estremeció levemente.


—No lo sé —probó decir lentamente, para no titubear—. Deberías preguntárselos cuando vengan a traernos la comida,  ¿no?


—Tú sabes que soy capaz.


—Te apuesto una cita.


—Te apuesto una salida al cine mejor.


Porque preferían pensar que ambos saldrían bien de ese secuestro.


Más tarde, cuando quien les traía comida subió al ático a servirles con la habitual amenaza de que si se quitaban la venda de los ojos serían quemados, Tiare decidió que podría preguntarle en otro momento. Esperaría un tiempo más.


Así que, al irse la persona, Jarek estaba sonriendo, aunque Tiare no podía verlo. Era fácil notarlo en su voz, así que no tenía que ser una adivina para darse cuenta.


—Tengo una cita con Tiare Daurella —canturreó Jarek.


—Cierra la boca, Jarek Bulgeroni.




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-Audrey

20-09-17.

Secuestrados, Pero No AmargadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora