6. ¿Por qué has invadido mi cuerpo?

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Las pocas ganas de hacer cualquier cosa que estaba demostrando Sumire tenían preocupados a varios, entre ellos a Ryuko.

—¿De veras te encuentras bien?

—Que si, solo es que no tengo ganas de... nada, no me pasa nada.

—¿De veras no estás enferma?

—Que no, que estoy bien ¿Qué pasa? ¿Qué una no puede tener la moral baja? Tengo la regla y estoy perdiendo hierro y oligo-elementos, no me agobies que lo mismo me pongo a llorar.

—Está bien, está bien —Ryuko la miró de reojo, más que rara, Sumire estaba más que rara.

Si había algo molesto para Akira era tener que estar en el cuerpo de una chica, eso era peor que estar en el cuerpo de Genki y encima, tenía la regla, que mira que podían ser difíciles las mujeres, unos seres a los que les pasa eso durante la mayor parte de su vida una vez al mes, no podían ser buenos.

Después de la cena, les llevaron a una sala poco iluminada, una gran pista de baile, pequeños sofás y pufs donde sentarse y hasta una barra de un bar. Se suponía que era la discoteca que les habían prometido, no estaba mal, demasiado ruidosa para el estado de ánimo de Akira.

De nuevo el poco entusiasmo por bailar y divertirse de Sumire volvía a mosquear a sus compañeros, sobre todo a Karasu y Suo que, preocupadísimos, se empeñaban en que bailase.

—¡Que no voy a bailar! Me estáis agobiando, me estáis agobiando mucho, dejadme un poco en paz, este es mi espacio —Movió las manos de Sumire a su alrededor—, respetad mi espacio, necesito mi espacio, así que dejadme un poco en paz.

—Está bien, está bien ¡Menudo carácter que te gastas hoy!

—Vale ya, chicos —dijo Akane—. Dejadla un poco, está cansada, ha tenido un día muy pesado, ya bailará.

Akane se sentó a su lado en uno de los sofás, llevaba un vaso con algún tipo de refresco.

—¿Quieres? —Akira negó con la cabeza—. Deberías ser más amable con ellos, en realidad no tienen mala intención.

—¿A qué has venido? ¿A seguir burlándote de mí? Desde que te hemos dicho que ahora estoy en este cuerpo no has parado de reírte.

—Es que no deja de ser divertido, tú, que siempre te andas quejando de las mujeres, ahora tienes que ser una. El universo te ha castigado, por machista.

—Yo no soy machista.

—No, solo un retrógrada.

—Tú no me conoces, ni conoces mis circunstancias.

—¿Vas a llorar?

—¡No voy a llorar! Es que no sé qué me pasa, deben ser las malditas hormonas femeninas.

—A ver si te piensas que las mujeres, cuando tenemos la regla, nos pasamos el día llorando.

—No, también pienso que tenéis ganas de matar a alguien o que os hagan mimos ¡No lo sé!

—¿Quieres chocolate?

—No quiero chocolate.

—El chocolate ayuda cuando tienes la regla.

—¿No será una excusa para ir a buscar chocolate y comer tú también?

—Chico, no hay quien te aguante cuando menstruas —Akane rompió a reír.

—¡Déjame en paz!

—Ay, pobrecito. Deberías comportarte como Sumire y bailar.

—Me da mucha pereza.

Si yo soy ese ¿quién es aquel?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora