5. Devuélveme mi cuerpo

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—¿Pero qué le has hecho a mi cuerpo? —gritaba Genki al ver el lamentable estado en que se encontraba.

—No grites, sobre todo no grites —susurraba Akira con el cuerpo de Genki apoyado en una pared y llevando puestas una gafas de sol.

—A ver, que yo me aclare —dijo Akane—. O sea, que ahora Jisei está en Akira y Akira en Genki?

—Eso es, está clarísimo ¿no? —respondió Jisei desde el cuerpo de Akira.

—Es como una maldición en la que poco a poco va cayendo todo el mundo.

—¿Cómo te sientes, Akira? —preguntó preocupada Sumire.

—Mal, me estoy muriendo ¡por dios, que alguien apague el sol!

—¿Por qué emborrachaste mi cuerpo? —gritó de nuevo Genki.

—No grites, no grites, la cabeza me está matando... no fui yo, fue Jisei.

—¿Y yo que sabía que te emborrachabas tan fácilmente? Solo tomé dos traguitos.

—¿Y ahora qué hacemos? Esto cada vez se está complicando más —Se quejaba Genki.

—¿Me lo podéis repetir todo? —Volvió a susurrar Akira—. Pero de una forma sencilla para que lo capte, es que tengo la mente muy espesa.

—Te lo explico yo —dijo Sumire—. Jisei intercambió su cuerpo con Genki por accidente, luego, por otro accidente el cuerpo que tenía a Genki dentro, que era el de Jisei, se cambió con el mío y el que tenía a Jisei dentro contigo, así que yo, Sumire, ahora soy Genki, Genki eres tú, tú eres Jisei y Jisei es yo, o sea Sumire.

—Ahora si que me va a estallar la cabeza —Miró a Akane—. ¿Y tú qué pintas en todo esto?

—Cotillear.

—Yo creo que cuando intenté trasmigrar mi alma al cuerpo de Akira...

—Espera, espera ¿Qué querías invadir mi cuerpo?

—Eras al que mejor veía, estábamos en el autobús, el contacto visual contigo era el más idóneo.

—O sea, por casualidad, ni siquiera porque yo fuera interesante, eso no me consuela.

—Pues yo creo que... veréis nuestras almas están, digamos, encerradas en nuestros cuerpos herméticamente, pero cuando yo hice aquello supongo que debí abrir un hueco.

—¿En dónde? —preguntó Sumire—. ¿En tu cuerpo?

—No, a ver, digamos que nuestra esencia, alma, energía, como lo queráis llamar, está dentro de nosotros cubierta por una barrera invisible que hace que esté en nosotros, como un huevo ¿Me seguís?

—A duras penas —Se quejó Akira.

—Cuando hice "el experimento" la barrera que guarda mi alma se debió romper, por eso tenía tanto malestar, había intentado salir de mi cuerpo y como el proceso no se completó, me quedé mal.

—¡Claro! ¡Tenías un agujero y tu alma se salía por él! —exclamó Genki.

—Al menos eso creo yo. Cuando toqué a Genki en el autobús pues mi alma, mecánicamente, se metió en él, supongo que para completar el proceso.

—O sea, el primer pringado al que tocaste —añadió Akira.

—Claro y supongo que expulsé al alma de Genki que se metió en mi cuerpo.

—La desahuciaste y se coló en el primer cuerpo sin alma que encontró —exclamó entusiasmado Genki—. ¡Todo encaja!

—No grites, Genki, no grites, tu cuerpo no lo soporta, hazlo por ti.

Si yo soy ese ¿quién es aquel?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora