Capítulo tres (editado)

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Hunter

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Hunter

Deslizo mis dedos sobre el braille. Estoy llegando a la mitad de la historia. Amo la literatura inglesa, y esta novela, no es la excepción. Me está encantando.

Creo que podría volver a ella en algún momento. Creo no, lo voy a hacer. Nunca está mal volver a una gran historia.

Cierro el libro y suspiro. Me detengo a pensar en los personajes que dejé allí dentro, pienso en cómo va la historia y en todo lo que estoy sintiendo al respecto.

Pero, por alguna extraña razón, dejo de pensar en Elizabeth Bennet y en el señor Darcy. Y esa extraña razón se debe a la chica de la biblioteca, a Chloe. No sé por qué me encuentro pensando en ella, no es como si fuera algo importante o algo. Pero muchas veces tu mente te trae pensamientos incontrolables. Pensamientos que no sabes por qué llegaron a ti.

Pensar en Chloe me lleva al recuerdo de la chispa que sentí cuando su mano rozó la mía. Fue tan extraño, porque no lo sentí como si alguno de nosotros tuviera demasiada electricidad estática, con carga positiva o negativa. No, lo sentí como algo más.

Escucho cómo la puerta de mi habitación se abre de una forma demasiado bruta. Tan bruta que me obliga a salir de la profundidad de mis pensamientos.

Suspiro negando con la cabeza, solo una persona entraría de tal forma a un lugar. Siempre fue así, siempre será así. Eso no va a cambiar.

—Siempre me olvido de decirle a mi madre que deje de esconder la llave en la maceta.

Se ríe, y luego escucho el sonido de cómo arrastra la silla del escritorio hacia la cama.

Paul es mi mejor amigo. Lo conozco desde que éramos niños, pero la vida nos llevó a fortalecer más nuestra amistad cuando crecimos y conocimos el significado de la misma.

Fue el único que no se alejó de mí luego del accidente. Por más que lo haya querido sacar de mi vida una y otra vez, por el simple hecho de sentirme una carga, Paul siempre estuvo ahí para mí. Y cuando digo siempre, es siempre.

Supongo que el resto de mis amigos se hartaron de que quiera correrlos de mi vida, que terminaron haciéndome caso.

—Llegaron los libros por lo que veo —dice y asiento. Pero no pienso en la llegada de ellos. Pienso en un aroma dulce.

—Al fin una en la ciudad. Paul, puedes servirte algo de beber, si quieres.

—De hecho, ya lo hice —me río. Por supuesto que ya lo hizo—. ¿Quieres que te traiga algo? ¿Jugo de naranja?

Niego con la cabeza.

—¿Cómo va la universidad? —le pregunto. Estudia Medicina. En algún tiempo ambos lo hacíamos, pero claro, ya no pude seguir. Tuve que dejar tantas cosas que amaba.

Mientras que Paul se va a especializar en pediatría, yo me iba a especializar en neonatología, otra rama de la pediatría. Él va a cuidar a los niños de todas las edades. Y yo iba a cuidar a los recién nacidos. Iba.

A través de ti (En físico y en Ebook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora