En alguna parte del espacio etéreo y a la vez en ninguna parte. El cuarto estaba inundado en neblina pacifica pero viva, que poco a poco se escapaba por el orificio ancho del techo. Era un aura nebulosa, producto del regreso de anteriores personajes. Como si fuera su último rastro de ellos en la tierra. No fue mucho tiempo el que pasó, pero aún así cada uno construyó un camino de estancia que no querían dejar ir.
Pero era mejor un poquito de felicidad tuya que un nunca tuve.
Cuando quedó vacía y libre de cualquier antecedente del año pasado, la pluma blanca salió bailando por cada rincón con tono juguetón. Su punta se movía contra el viento expuesto afinando una canción que se escuchaba como arpa y se coordinaba con el recorrido que tomaba. Si las cuerdas ya no hacia fuerza ella daba un salto con delicadeza. En caso de lo contrario aumentaba con rapidez mientras daba vueltas y se doblaba.
La nota disminuyó y la pluma cayó en el centro donde se concentraba la única luz. Ésta se degradó en polvo blanco y empezó a hacerse remolino. Al subir cada pigmento se quedaba suspendido en el aire. Al tomar cada uno su lugar una figura alta ya hacía en la habitación.
No tenía un rostro común, tan simple como los cuencos de los ojos pero sin ellos. La piel era reemplazada por una fina capa de porcelana reluciente, todo su cuerpo tatuado de frases en diferentes idiomas con tinta delgada color negro.
Agitó su mano. Arqueando y bajando el dorso hasta moverla de un lado a otro dejando una chispas transparentes pero brillantes. El polvo del suelo empezó a decolorarse en un azul opaco y comenzó a seguir el movimiento de la Guardia. Primero se formó una delgada tela flotando. Torció los dedos en dirección a su hombro. Instantáneamente obedeció a su orden y se deslizó hasta cubrir su figura. Allí cayó con más grosor y la exactitud de una verdadera capa de caballero medieval con el toque de realeza femenina. Las mangas se enrollaban en sus codos para adjuntar unas hombreras afiladas y dejando caer una ancha capucha con los extremos cocidos de plateado.
Esta vez, utilizado ambas manos movió los trozos de madera que ya hacían tirados en el piso. Rápidamente se formó frente a ella un magnífico atril. Con detalles parecidos al barroco pero con el estilo de madera. El soporte formaba un mecanismo de poleas y tuercas que se movían al encenderse y la base donde se colocaban los libros era un rectángulo con raíces de arboles que se conectaban a todos el sistema del atril. A la mitad del soporte se encontraba enroscada la esfera de Gutenberg, que le daba funcionamiento a toda la maquina. El Kynom.
Sus dedos se elevaron y con ello el suelo tembló haciendo grietas que dejaron rectángulos irregulares. Éstos se levantaron desde abajo. Cada pared del cuarto fue llenada de enormes libreros. Desde antigüedades hasta novedades de la literatura.
Puso el primer libro en el atril, la obra llamada las -10 caras de Yelena. La primera descripción ya estaba preparada con el conjuro alistado, colocó la mano encima de la hoja para abrir la brecha. Pero a milímetros de ella detuvo la mano. Abrió los ojos de su concentración para agudizar más sus sentidos en su entorno. Algo le había calado en el cerebro, como una pequeña advertencia. Miro al agujero de arriba pensando que de allí venía el mal presentimiento. Se alejó cerrando el libro para verificar que todo estuviera en orden.
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Yo Personaje
Teen Fiction¿Cuántas veces no deseaste que los personajes de los libros fueran reales? Muchas veces. El Kynom trae cada 23 de Julio una selección de personajes a la vida real para que estén con nosotros por un año. A punto de hacer el ritual anual, un espíritu...