Allí babá y los cuarenta ladrones

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  Era extraño que si su padre tenía un puesto tan importante enel gobierno y una influencia decisiva en los negocios, Jim estudiara enun colegio de mediopelo, propio para quienes vivíamos en la mismacolonia Roma venida a menos, no para el hijo del poderosísimo amigoíntimo y compañero de banca de Miguel Alemán; el ganador demillones y millones a cada iniciativa del presidente: contratos portodas partes, terrenos en Acapulco, permisos de importación,constructoras, autorizaciones para establecer filiales de compañíasnorteamericanas; asbestos, leyes para cubrir todas las azoteas continacos de asbesto cancerígeno; reventa de leche en polvo hurtada alos desayunos gratuitos en las escuelas populares, falsificación devacunas y medicinas, enormes contrabandos de oro y plata, inmensasextensiones compradas a centavos por metro, semanas antes de quese anunciaran la carretera o las obras de urbanización que elevaríandiez mil veces el valor de aquel suelo; cien millones de pesoscambiados en dólares y depositados en Suiza el día anterior a ladevaluación.Aún más indescifrable resultaba que Jim viviera con su madreno en una casa de Las Lomas, o cuando menos Polanco, sino en undepartamento en un tercer piso cerca de la escuela. Qué raro. Notanto, se decía en los recreos: la mamá de Jim es la querida de esetipo. La esposa es una vieja horrible que sale mucho en sociales.Fíjate cuando haya algo para los niños pobres (je je, mi papá dice queprimero los hacen pobres y luego les dan limosna) y la verásretratada: espantosa, gordísima. Parece guacamaya o mamut. Encambio la mamá de Jim es muy joven, muy guapa, algunos creen que es su hermana. Y él, terciaba Ayala, no es hijo de ese cabrón rateroque está chingando a México, sino de un periodista gringo que sellevó a la mamá a San Francisco y nunca se casó con ella. El Señor notrata muy bien al pobre de Jim. Dicen que tiene mujeres por todaspartes. Hasta estrellas de cine y toda la cosa. La mamá de Jim sólo esuna entre muchas.No es cierto, les contestaba yo. No sean así. ¿Les gustaría quese hablara de sus madres en esa forma? Nadie se atrevió a decirleestas cosas a Jim pero él, como si adivinara la murmuración, insistía:Veo poco a mi papá porque siempre está fuera, trabajando al serviciode México. Sí cómo no, replicaba Alcaraz: "trabajando al servicio deMéxico": Alí Baba y los cuarenta ladrones. Dicen en mi casa queestán robando hasta lo que no hay. Todos en el gobierno de Alemánson una bola de ladrones. Ya que te compre otro suetercito con lo quenos roba.Jim se pelea y no quiere hablar con nadie. No me imagino quépasaría si se enterase de los rumores acerca de su madre. (Cuando élestá presente los ataques de nuestros compañeros se limitan alSeñor.) Jim se ha hecho mi amigo porque no soy su juez. Enresumidas cuentas, él qué culpa tiene. Nadie escoge cómo nace, endónde nace, cuándo nace, de quiénes nace. Y ya no vamos a entraren la guerra de los recreos. Hoy los judíos tomaron Jerusalén peromañana será la venganza de los árabes.Los viernes, a la salida de la escuela, iba con Jim al Roma, elRoyal, el Balmori, cines que ya no existen. Películas de Lassie oElizabeth Taylor adolescente. Y nuestro predilecto: programa triplevisto mil veces: Frankenstein, Drácula, El Hombre Lobo. O programadoble: Aventuras en Birmania y Dios es mi copiloto. O bien, una queal padre Pérez del Valle le encantaba proyectar los domingos en suClub Vanguardias: Adiós, míster Chips. Me dio tanta tristeza comoBambi. Cuando a los tres o cuatro años vi esta película de Walt Disney, tuvieron que sacarme del cine llorando porque los cazadoresmataban a la mamá de Bambi. En la guerra asesinaban a millones demadres. Pero no lo sabía, no lloraba por ellas ni por sus hijos; aunqueen el Cinelandia -junto a las caricaturas del Pato Donald, el RatónMickey, Popeye el Marino, el Pájaro Loco y Bugs Bunny-pasaban losnoticieros: bombas cayendo a plomo sobre las ciudades, cañones,batallas, incendios, ruinas, cadáveres.  

Las batallas en el desiertoWhere stories live. Discover now