Sarah se caracteriza por ser un continente grande y lleno de bosques, parecía haber sido empujado al norte después del Origen, las tierras más altas a los límites del mundo son misteriosas y se dice que en ellas nacieron las 3 diosas, se dice que el Origen se dio ahí, entre tierras de nadie, montañas imponentes y nevadas y el asecho de lobos y otras bestias.
-¿Para qué estamos aquí?- Dijo Jhon, un soldado grande y barbado, había pasado sus días luchando pequeñas riñas para su rey Malledus en Fith. Para el, la travesía a Sarah era una tortura más que una recompensa al final de las batallas.
-Has escuchado al rey, pronto se librará una guerra, por años separando borrachos y ahora iremos a una guerra- Le respondió otro de los hombres que en cuadrilla avanzaban en las faldas de la montaña buscando subir. Se trataba de Reynolds, un hombre de piel pálida y cuerpo delgado que se había unido al ejército solo para tener un trabajo más tranquilo. La ironía invadía sus pensamientos, por años, por siglos, ninguna batalla se había librado. Estaba molesto, pero también preocupado, ahora estaban en los límites del mundo esperando a que su capitán les diera una explicación, Malledus estaría en el punto de encuentro, de eso ya se habían asegurado antes de irse de Fith.
-El clima no te sienta bien, Reynolds--Podría decir lo mismo de ti Jhon...-
-¡Silencio ahí atrás!- Sir Arnold Castlehorn era el capitán, todos le eran leales, pero aquellos comentarios eran verdad, Fith era una tierra caliente, llena de desiertos. Y ahora estaban aquí, hundiendo sus pies en la nieve y avanzando lentamente para reunirse con su rey, había quienes se abrazaban a sí mismos, había otros quienes caminaban con la cabeza agachada y casi caían con un soplo del viento.
-Mi Sir, no somos dignos de estar en la tierra del Origen-
-Cállate Reynolds, ninguna excusa será suficiente para que dejemos la misión- El capitán también se congelaba, pero no lo hacía notar, aquellos grandes abrigos que improvisaron para el viaje no estaban diseñados para calentarlos lo suficiente, ¿Qué iban a saber los hombres de las Arenas acerca del frío en el Norte?
-¡Atención!- Frente a ellos y en un campo abierto que daba una vista directa a la montaña, ya aparecía la guardia real, 12 hombres con las espadas más hábiles de Fith, defendían la posición del rey en un carruaje, al llegar la escuadra de Arnold, el rey salió de su carruaje, un hombre fuerte y de mediana edad, cabello largo y negro, cejas bien marcadas y barba recortada.
-¿Saben por qué han venido a las tierras del norte?- En ese momento todos lo observaban, en aquel lugar se reunía no solo aquel escuadrón, también estaba otra armada que pronto se hizo notar saliendo del bosque de pinos nevados, una caballería con al menos 6,000 hombres que habían atravesado el estrecho de Glenn.
-Por miles de años hemos sufrido el destino más cruel de todos, hemos sido exiliados, expulsados a tierras donde solo hay hambre y muerte, donde los desiertos reinan y los hombres se someten a su poder... Por miles de años, hemos sido la burla de un mundo donde las diosas gritan rebelión- Malledus camino y miro a la montaña, tomo algo de nieve del piso y luego la apuño con algo de furia.
-¡Tenemos la sangre de los primeros hombres! En antaño, las diosas lucharon, lucharon entre si hasta morir... Y quedamos nosotros... Incapaces de luchar, teniendo miedo... ¿Miedo a qué? ¿A reyes?, ¿A otros hombres?... El mundo tuvo miedo de bestias, los primeros hombres sentían pavor a bestias, las diosas... ¡Lucharon contra bestias!...-
El suelo empezó a moverse y un ruido inquieto a todos los presentes, los caballos se mostraban inquietos y los vientos aumentaron, algo cortaba el aire, algo se estaba aproximando desde la montaña... Algo muy grande...
-La Tierra siempre ha sido dominada por bestias... Ahora somos nosotros, los exiliados, los olvidados... Quienes dominamos a las bestias...-
-¿Qu-qué demonios es eso?- Reynolds estaba totalmente asustado, sus ojos muy abiertos se alzaban hacia el cielo observando una gran "bestia", Su cuerpo estaba cubierto de acero y sus alas no se movían, su cara tenía un yelmo de cristal y su rugido era agudo, como el viento siendo cortado, como miles de espadas rompiendo el hielo.
-¡Un dragón! ¡No puede ser!- Decia Jhon quien también estaba asustado, aquella cosa avanzaba lentamente, su tamaño era tal, que oscurecía al ejercito entero y la tormenta lo acompañaba, hacia pues que los hombres cubriesen sus rostros temiendo de su poder mientras Malledus alzaba las manos y sonreía.
-¡Hoy el miedo de los hombres nos dará poder! ¡Hoy, el acero juzgará a quienes nos quitaron lo nuestro!- Soldados a caballo gritaron juntos levantando sus lanzas y espadas, al principio el miedo dominaba, pero el dragón no les había atacado, ese miedo se transformó en valor y por primera vez en miles de años, los hombres estaban listos para una gran guerra... La Guerra del Fuego...
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La caída del cielo negro: Guerra en llamas.
Science-Fiction"Mi padre solía decir que... Cuando un héroe cae, una estrella se alza brillante en el cielo... Pero para mí... Cuando un héroe cae... Una estrella cae con el" Es el año 570,000,400 y los hombres han olvidado todo lo que eran en antaño, la tecnolo...