Diario de un Maltrato.

3.

-Oh, lo siento –dijo Roberto- juro ya no ser entrometido.

Solo asentí, sentía la lengua pesada y la espalda me dolía, me di cuenta que estaba aguantando la respiración, solo faltaba una cuadra para llegar a mi domicilio, el auto estaba sumergido en un incomodo silencio. Faltaban 3 casas para llegar a la mía. Allí estaba el BMW lo que significaba que él estaba ahí, y no había preparado ni siquiera la cena.

-Gracias –murmure, y cerré la puerta del auto temblorosa-

-¿Te volveré a ver? –Preguntó Roberto dentro del auto-

-No –respondí secamente, él solo asintió-

Di un gran respiro antes de sacar las llaves, pero me sorprendí cuando la puerta fue abierta. Ahí estaba él con su gran cuerpo amenazador, pero al mirar su cara me sorprendí de no ver maldad y rencor en su mirada. Me sonrió, una sonrisa encantadora, pero… no era como la de Roberto.

-Hola amor –me abrazo por la cintura, no correspondí-

-Hola…

-Ven, te tengo un regalo –me llevo hacia el salón principal y detrás del sofá, saco un gran ramo de flores rojas y una caja de chocolates- Lo siento por lo de ahora –me acaricio en la parte de mi mejilla morada- te amo… -me susurro al oído-

-Si…

-¿Sí? –me soltó bruscamente- ¿Solo dices si?, no miras cuanto te amo y tu solo me contestas con un sí? –Estaba muy molesto, otra vez- a ti te gustan los golpes verdad mujer.

-Yo… yo…

-¡Deja de hacerte la víctima, yo te amo!  -me gritó en la cara-

Me tomaba duramente y sin ninguna delicadeza los antebrazos, me estaba lastimando y le rogaba que me soltara, no podía escuchar todas palabras que me gritaba, sentía mucho dolor. Escuche un chasquido en el antebrazo izquierdo y al segundo sentí un dolor agudo, el gran mounstro me había fracturado el brazo.

Abrí los ojos lentamente, supe de inmediato que estaba en un cuarto de hospital, mire a un lado y estaba Roberto dormido en una silla y en eso iba entrando Luisa. 

-Hola linda –dijo sonriéndome-

-¿Qué sucedió? –murmure-