Sinopsis

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Reencuentro

Los reencuentros pueden ser cosas maravillosas y dulces, sin embargo a veces son dolorosos. Como en este caso.

Dos chicos queriendose de tal forma que a los demas les haría envidiarlos, si no fuera porque es un secreto.
Mickey Milkovich e Ian Gallagher, dos chicos completamente diferentes a los ojos de los demas, sin embargo, no lo son tanto.

Los Milkovich siempre fueron una familia respetada en su barrio, todos sabían que meterse con uno de ellos era muerte segura, y con mucha suerte acababas en el hospital de gravedad.
Sin embargo, los Gallagher eran una familia diferente a las demás. Con un padre borracho, una madre que los abandonó y una hermana mayor ejerciendo de madre con sus cinco hermanos.
Todos se cuidaban entre todos, aportando lo que podían para pagar las facturas y demás. Fiona, la mayor de los seis, trabajaba casi cada día en una cafetería para poder llevar dinero a casa cada semana, Lip, el segundo de los Gallagher, hacia trabajos y se presentaba a exámenes de otros chicos para aportar su parte también. Después estaba Ian que trabajaba en una pequeña tienda del barrio. Carl se dedicaba a vender droga junto a La Mar uno de los camellos más conocidos del barrio, Debbie aportaba dinero cuidando a niños en La Guardería Gallagher y por último, Liam, el más pequeño de todos. Cada uno aportaba su granito de arena en casa. Sin embargo eran mucho más que sus trabajos.
Fiona era fuerte, aguantaba el peso de cuidar a sus cinco hermanos son ayuda a penas de Frank, su padre. Lip es muy inteligente, y él lo sabe, aunque finga no serlo para conseguir ese "respeto" que todos quieren. Ian es muy centrado y cuida mucho de los suyos, según Frank es el más parecido a Mónica. Carl es el chico malo aunque sus seres más queridos saben que bajo esa carcasa de chico duro está ese chico que daría o que fuera por los suyos. Debbie, ella es muy responsable y madura a su corta edad.

***

Mickey paseaba por su antiguo barrio. Hacia tanto que no paseaba por este viejo asfalto. Todo estaba igual, sin duda.
Se paró frente a una casa algo vieja, había pasado tantos buenos momentos allí, y otros no tan buenos.
Miles de recuerdos inundaron su cabeza.

"-Ian, lo que tu y yo tenemos me hace libre, no lo que estos gilipollas piensen"

"-Sólo me preguntaba si somos pareja o no.-Preguntó Ian acorralando a Mickey contra el escritorio.
-Pues claro que lo somos."

Pero no todos eran buenos. Algunos eran tan dolorosos como el primer día.

"-¿Que estas esperando? ¿Que te diga que no te vayas?-Ian giro sobre sus pies yendo hacia la puerta-Sólo...No...-El pelirrojo rio sarcástico y se fue, dejando a Mickey con la sensación de haberlo perdido todo."

"-¿Estas rompiendo conmigo?-Ian se quedó callado, y Mickey lo entendió todo-Mierda."

Sus ojos se cristalizaron haciéndolos arder, y provocando un duro nudo en la garganta. Suspiro y siguió su camino. No había vuelto para verlo a él, había vuelto para ver a su hija; Yevgeny.

Su casa estaba igual que hacía siete años, o al menos por fuera.
Por dentro había cambiado mucho desde que Svetlana se quedó con ella. Las paredes eran de un naranja pastel y los muebles no eran tan viejos, ni tan sucios. En el suelo había juguetes esparcidos.
Mickey escucho una risilla salir de la que antes era su habitación.

-Hola.-Dijo entrando a esa habitación. Era rosa, y estaba llena de muñecas y cosas de princesa. Nada comparado con sus antiguos pósters y el desorden habitual que había en esa habitación.

-¡Papá!-Dijo Yevgeny abrazandolo.

-Hola pequeña.-Sonrió.

Yevgeny era la viva imagen de su padre, tenía sus ojos azules y brillantes, sus labios carnosos y su amplia sonrisa. Por otro lado, la nariz, el color de pelo y algunas expresiones eran de su madre, Svetlana.

Era una niña preciosa y muy feliz. Había crecido con unos padres separados, sin embargo siempre que podía Mickey volvía a verla. Y aunque al principio no fue una niña deseada, acabo queriendola más que a nada en el mundo.

Estuvieron un rato hablando los tres, poniendose al dia sobre lo que había pasado en esos meses que no se habían visto. La última vez que se vieron fue fuera de la ciudad. Mickey no se atrevía a volver. No se había atrevido hasta ahora.

Decidieron ir al parque, salir un rato por ahí en familia, pero Svetlana tuvo que irse un rato después.
Mickey sonreía mirando a su pequeña jugar en el parque. Verla tan feliz, lo hacía feliz a él. Pero ¿Cuánto iba a durar esa felicidad?

-¿Mickey?-Esa voz. Su cuerpo se paralizo y su corazón golpeaba fuertemente contra su pecho, tanto que hasta juraría que iba a salir de él.

-Ian.-Se giro para verlo. Estaba guapo. Demasiado. No había cambiado mucho, sólo había crecido unos centímetros y se había dejado el pelo largo. Físicamente seguía igual que antes, aunque quizá estaba más fuerte de lo que él recordaba.

-¡Cuanto tiempo!-Entonces sonrio y Mickey juraría que iba a caerse al suelo.

-Si, mucho.-Mordió su labio nervioso el pelinegro.

-¡Papá!-Una vocecilla hizo que ambos se giraran a ver a la pequeña que se acercaba sonriendo-¿Quien es?-Preguntó curiosa.

-Un viejo amigo.-Respondió Mickey acariciando la cabeza de su hija.

-Hola, soy Ian. Tu debes ser Yevgeny ¿no?-Ella asintió vergonzosa-Estas muy guapa. La última vez que te vi no sabías ni hablar.-Río un poco.

-Cierto...-Dijo con nostalgia Mickey.

-Tengo que irme, pero podemos quedar alguna tarde...¿Cuanto tiempo te quedas?

-Un mes.-Ian sonrio más ampliamente.

-Ya sabes donde vivo, tenemos que ponernos al día ¿No? Viejo amigo.-Levanto sus cejas divertido y se fue.

Ese chico siempre había conseguido volverlo loco. Débil y frágil, sin embargo también lo volvía fuerte e invencible.
Ian Gallagher fue su gran amor, el que lo hizo salir del armario, al menos para él mismo, y estuvo allí a pesar de que él siempre fue frío y cortante. Lo había querido como nadie, y posiblemente, aún lo hacía.
La idea de volver a verlo lo hacía temblar. Ya casi se desmaya en el parque al escuchar su voz ¿Y él quería que se vieran otra vez? ¿Que tan egoísta podía llegar a ser? No podía, no después de haberlo dañado tanto. Después de haberlo abandonado a su suerte con la única explicación de "Necesito estabilidad y tu no me la das.". No podía después de haberle roto el corazón en tantos pedazos.
Pero ¿Que tan tonto iba a ser él? ¿Aceptaría volver a verlo? Dejarle saber lo muy mal que lo había dejado no era uno de sus planes, sin embargo, se moría de ganas de volver a estar cerca suyo. ¿Quien ganaría esta vez? ¿Su orgullo o su corazón?
Ni si quiera el propio Mickey lo sabía. Aquel chico frío, temido y duro que fue alguna vez, había desaparecido después de Ian Gallagher.

30 DIAS PARA ENAMORARTE.                            ||GALLAVICH||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora