Capítulo 1.

527 44 8
                                    

La cabeza de Jazmin daba vueltas.

Pensó que era todo un chiste, que su novia sólo estaba jugando con ella, que en unos segundos no iba a poder disimular su diversión e iba decirle que se veía graciosa con esa cara de sorprendida. Pero los segundos pasaban, y no escuchó nada de lo que pensó.

Se quedó en silencio, todavía sin poder decir una palabra después de ir atando cabos sobre lo que estaba pasando, y pudo darse cuenta que aquello estaba poniendo nerviosa a Flor, porque de repente empezó a hacer más tics de lo común.

—No, para, tranquila. No te golpees, tranquila. —murmuró la pelirroja con la voz rota, tratando de ocultar todo el dolor que estaba sintiendo.

—Es que no entiendo por qué estoy acá, y no sé quién sos. Necesito a mi hermana. —casi lloriqueó Florencia. Sus ojos se estaban empezando a llenar de lágrimas y su pecho dolía. Pensó que en cualquier momento podría tener un ataque de pánico.

—Ya van a venir. Ellos están acá, esperando a que estés mejor. —dijo la pelirroja. Trato de tranquilizarla en todo momento, pero nunca mencionó quien era.

Las manos temblorosas de Flor empezaron a serenarse, y Jaz lo notó por lo que esbozó una pequeña sonrisa nostálgica al darse cuenta que, incluso sin recordarla, tenía al capacidad de hacerla sentir bien.

—Sigo sin saber quien sos vos. ¿Sos una enfermera? ¿Que me pasó? —pregunto la Estrella, un poco más calmada.

—Tuviste un accidente de auto. Pero estás bien. Eso es lo importante.

—¿Un accidente de auto? ¿Y con quien iba? Ay, no. ¿Iba acompañada? Me quiero matar, la puta madre. —dijo Florencia, y pudo sentir como los tics empezaban a salir a flote.

Ante aquello, Flor alzó la cabeza y miró con expresión avergonzada a la mujer frente a ella, esperando encontrar una mirada de curiosidad o de enojo por haber puteado, sin embargo, frunció el ceño al notar que la pelirroja había hecho como si no pasó nada.

—Perdón, por lo de la puteada. Tengo síndrome de tourette.

Jazmín volvió a sonreír con esa tristeza que la caracterizaba, y negó con la cabeza, tragándose el nudo en la garganta que se había formado de repente.

—No te preocupes. —respondió Jaz, su voz un poco entrecortada por la emoción del momento.

Flor frunció el ceño aún más, y jugó con la tela de la sábana blanca con sus dedos.

—¿Me vas a decir quien sos? Hasta ahora mh evadiste la misma pregunta. —dijo, y entrecerró sus ojos mirándola con curiosidad.

Jaz no supo que decir, se quedó sin habla por unos cuantos segundos y solo pudo mirar para todos lados mientras buscaba una excusa perfecta. Porque por más que quisiera gritarlo a los cuatro vientos, no podía decirle que eran novias desde hace dos años. Ya bastante va a sufrir y a estar confundida cuando se entere que su papá murió hace tres años, porque claramente no lo sabe si se despertó preguntando donde estaba su papá. Y cuando se entere que, además de Carla y Lucia, tiene una hermana más... no, no podía.

—Soy amiga de Vir. —dijo apresuradamente, sin pensarlo demasiado. Exhaló fuertemente y trató de calmar su respiración. Todavía no entendía que estaba pasando. Ni quería entender.

—Ah, eso lo explica todo. Perdoname, por haberte tratado así. Nunca supe que Vir tenía una amiga tan... —linda, pensó Florencia, sin embargo no lo dijo. Sacudió su cabeza, diciéndose a ella misma por un segundo que qué estaba por decir, y cerró sus ojos buscando una palabra que la salvara de ese silencio que se había formado por unos segundos— ... pelirroja.

Jaz solto una risita muy leve, y miro con adoración a su novia. Pero mientras más la miraba, más grande se hacía el agujero en su pecho. Tenía que salir de ahí rápidamente.

—Perdón, me tengo que ir. —susurró, levantándose de la silla y agarrando su cartera para salir de esa habitación antes de largarse a llorar.

—¡Espera! ¿Como te llamas? —pregunto Flor. Su cabeza estaba inclinando hacia el costado, casi como un perrito. Y eso derritió a Jaz al punto de dolerle.

—Jazmín. Jazmín del Río. —contestó con angustia, aunque Flor no lo notó.

Flor, agradecida, sonrió abiertamente y con sus ojos brillantes, pensado que incluso sin conocerla, le había caído muy bien y se había sentido cuidada.

—Muchísimas gracias, Jazmin. O Jaz, no sé cómo te gusta que te llamen.

—Jaz esta bien. —murmuró, y cada palabra que la Estrella pronunciaba era una patada en su estómago.

—Gracias por cuidarme. Ojalá te vea pronto. —dijo sin borrar esa sonrisa de su cara. Percibió un poco de ¿tristeza? en los ojos de la pelirroja, pero no dijo nada. No quería incomodarla tampoco.

—No me agradezcas. —dijo finalmente, y salió de la habitación sin despedirse. Cerró la puerta con fuerza y se dejó abandonar por el llanto. Sus manos cubrieron su rostro y su cuerpo no paraba de temblar debido a los sollozos.

Flor no la recordaba. No recordaba absolutamente nada. Todos los momentos, malos y buenos, se habían esfumado de la mente de su novia como si nunca hubiera existido. Y jamás había tenido un día tan de mierda.

—Siempre te cuidaría. —murmuró contra la puerta, más para ella misma que para Flor, aunque lo haría si pudiera.

Se alejó lentamente de la habitación y salió del hospital, con el deseo de llegar a su casa, dormir y despertar al otro día para ver qué era un sueño.

Panic Cord. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora