Capitulo 2.

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—... y en unos días te vamos a dar el alta. No hay de que preocuparse. —dijo el doctor Herrera con calma. Flor asintió y le agradeció al hombre por la atención, para luego verlo salir de la habitación.

Todavía en la camilla, Flor jugó con sus manos mientras escuchaba la voz de su hermana a su lado. Estaba un poco preocupada y nerviosa, pero Virginia trataba de disimularlo.

—Flor. —le habló, tratando de iniciar una conversación con su hermana menor mientras buscaba las palabras correctas para decirle lo que tenía que decir.

La pelinegra alzó la cabeza y miró fijamente a su hermana, quien mordía su labio inferior debido a los nervios. Flor la conocía tanto que sabía que estaba por decir algo importante.

—¿Si? —preguntó, su voz un poco ronca porque era muy temprano y el sueño todavía seguía presente.

—Tenes que saber algo muy importante, pero necesito que te tranquilices. —susurró Virginia. No sabía cómo empezar, y tenía miedo de que su hermana tenga otro ataque de pánico como usual.

—Está bien, decime pero no me asustes mh por favor. —suplicó la menor, poniéndose nerviosa de repente y haciendo algún que otro sonido característico de su enfermedad.

Vir tomó aire y miró fijamente a su hermana, queriendo que esta pesadilla termine de una vez.

—Después de tu accidente, nos enteramos que perdiste la memoria. —susurró finalmente la castaña, con sus ojos llenos de lágrimas porque sabía que se venía lo peor.

—¿Qué?

Flor se quedó sin aire por unos segundos. Su cabeza empezó a dar vueltas y todo su organismo comenzó a llenarse de tics que no podía parar. Tomó entre sus manos su cabeza y trató de respirar profundamente mientras su hermana la calmaba imitando las mismas respiraciones, como cuando eran chicas.

—Flor, para. Boluda, mírame, tranquila. Estoy acá, Flor. Mírame y respira conmigo. Un, dos, tres. Respira. —le dijo su hermana mayor, respirando profundamente a compás de ella para hacerle saber que estaba acompañada.

Una vez que pudo calmarse, pudo hablar.

—No, no. ¿Que decís? Virginia, por favor mh, no me hagas mh este tipo de jodas mh. En serio. —suplicó con la voz rota, no entendía nada y pensaba que todo estaba sacado de una película.

Vir cerró sus párpados y negó con la cabeza mientras acariciaba el pelo de su hermana con delicadeza. No sabía cómo actuar, porque jamás pensó que podía estar en esa situación alguna vez.

—¿Te acordas que día fue antes de que te despertaras acá? Necesito que me lo digas, con año y todo.

Flor cerró sus ojos, su cabeza pitaba del dolor. El solo hecho de pensar ya le hacía doler la cabeza y llenó sus dedos a sus sienes para masajearlas mientras trataba de responder la pregunta de su hermana.

—13 de Marzo de 2016. Había cenado con papá y cuando terminé me fui a casa a dormir, después no me acuerdo más nada.

Virgnia mordió su labio inferior, pero no pudo evitar que se escapase una lágrima que otra. Su hermana pensaba que seguía en el 2016, y era 2020. No se acordaba de la muerte de su papá, ni de su novia, ni de los momentos pasados con sus hermanas, ni se acordaba de que tenía sobrinos. Tampoco se acordaba que se había comprometido unas semanas atrás, ni que le había pedido a ella y las demás hermanas ser la damas de honor. Definitivamente todo se había ido a la mierda.

—Flor, no es 2016. —dijo lo más alto que pudo, su voz rota de la angustia no la dejaba hablar bien.

—¿De qué hablas? ¿Que año es entonces? —preguntó, porque ella pensó que sólo habían sido meses.

—2020. —susurró finalmente su hermana, tomando la mano de Flor con fuerza para brindarle fuerzas.

—Concha de la lora puta, mh, mierda carajo, mh, ¡¿como que mh como que 2020 Virginia?! Mh, puta madre, mh mh mh. Ay, no no no. —comenzó a putear Flor, sus ojos se estaban llenando de lágrimas y sus mejillas comenzaban a teñirse de rojo.

—Sh, sh. Tranquila, por favor Florencia. Necesito que me escuches. Por favor, Flor —casi lloriqueó su hermana aunque sin dejar de demostrar fuerza en ningún momento. Tomó entre sus manos el rostro de la menor y la forzó a que la mirase—. En estos cuatro años, pasaron muchísimas cosas. ¿Si? Muchísimas, y nuestra vida, tú vida no es como la de antes.

Flor asintió mientras escuchaba atentamente a su hermana, sus ojos estaban llorosos pero ya no tenía tantos tics como los tenía hace unos segundos y su respiración volvió a ser regular.

—¿Por ejemplo? —preguntó la pelinegra con la voz entrecortada.

—Papá ya no está, Flor. Falleció hace tres años. —susurró finalmente, siendo lo más cuidadosa posible y haciendo una mueca de angustia.

Y en ese momento Flor tuvo otro ataque de pánico.

Panic Cord. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora