Capítulo 3

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-No quiero hablar contigo. Creo que te lo dejé bastante claro en los últimos 8 años. Vete ahora o llam...

La frase quedó a medio terminar cuando la boca de Richie Sambora estuvo sobre la suya.

Arianna intentó apartarse, pero él la sostenía firme contra su cuerpo. A pesar de todos los años que llevaban separados, ese contacto les resultaba familiar a ambos, como si solo hubiesen pasado segundos desde la última vez. Ella dejó de luchar y él aprovechó la oportunidad.

Pasó su lengua por el labio inferior de la chica, pidiendo permiso para entrar en ella. Ari accedió entregándose de una vez por todas. Se aferró a los hombros de su compañero porque no confiaba en que sus piernas fuesen a sostenerla, estaba casi segura de que se estaba derritiendo entre sus brazos.

-No sabes cuánto te he extrañado -le susurró el músico a pocos centímetros de su boca cuando se separó para conseguir algo de oxigeno.

Eso pareció devolverla a la realidad y finalmente puso distancia entre ambos.

-¡No vuelvas a hacerlo, Richard!

-¡Oh, vamos! Si estabas disfrutando tanto como yo.

Ari no podía creerse esta situación. Lo miró de pies a cabeza para comprobar si era real y...

-¡Santo cielos, Richie! ¿De verdad? -Comentó sonrojada y con la vista en el techo.

El guitarrista se echó a reír genuinamente. El pantalón que llevaba ese día no era el ideal para ocultar el enorme bulto que se había formado entre sus piernas. Bueno, ahí tenía una prueba más de lo mucho que la extrañaba.

-Has visto mucho más que esto mientras estuvimos juntos, ¿quieres que te lo recuerde? -Dio un paso hacia ella con una sonrisa seductora pintada en los labios.

-No. Querías hablar. Bueno, voy a escucharte. Pero no puedes tocarme.

Richie volvió a ponerse serio y asintió. Finalmente le habían dado la chance por la que estuvo rogando durante tantos años. Debía controlarse, luego se ocuparía del cuerpo de la muchacha.

Ari preparó café y se sentaron en la cocina para poder charlar. Si algo tenían Richard y ella en su historial, eran muchos momentos de pasión compartidos en algún sofá. No iba a arriesgarse a encenderlo nuevamente, ya que esta vez no estaba segura de poder resistirse a sus caricias.

-También estoy de acuerdo en que este es el mejor lugar para hablar -dijo él y la atrajo de nuevo al presente.

Ella asintió. Se conocían demasiado como para saber lo que el otro estaba pensando.

-Te escucho...

-Lo siento, de verdad lamento todo lo que ocurrió. Pero sostengo lo que hice, no voy a fingir que estoy arrepentido por no haberme casado. Mi error fue irme de aquí sin ti.

-Alguien tenía que dar explicaciones de por qué la boda no iba a celebrarse. Somos adultos, no puedes seguir pensando que estuvo bien lo que hiciste- Comentó Arianna un poco alterada.

-No, estoy de acuerdo. Pero necesitaba experimentar y conocer ciertas cosas antes de dar ese paso. Quería hacerlo contigo a mi lado, pero tú estabas varios escalones por delante de mí. Te aseguro que nuestro matrimonio no hubiera funcionado en ese momento, y no por falta de amor. Pero no era capaz de ser el esposo que necesitabas.

-Lo sé. Me costó, pero lo entendí con el tiempo -dijo ella con tristeza- Pero no puedo perdonarte el que me hayas dejado sola. Fue tan duro, triste y humillante.

Every road leads home to you (Richie Sambora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora