Luego pienso en el coro
de las alegres liras,
en la copa labrada el vino negro,
la copa hirviente cuyos bordes brillan
con iris temblorosos y cambiantes
como un collar de prismas;
el vino negro que la sangre enciende
y pone el corazón con alegría,
y hace escribir a los poetas locos
sonetos áureos y flamantes silvas.
El Invierno es beodo.
Cuando soplan sus brisas,
brotan las viejas cubas
la sangre de las viñas
Si, yo pintara su cabeza cana
con corona de pámpanos guarnida.
El Invierno es galeoto,
Porque en las noches frías
Paolo besa a Francesca
en la boca encendida,
mientras su sangre como fuego corre
y el corazón ardiendo le palpita
¡Oh, crudo Invierno, salve!
¡Puesto que traes con las nieves frígidas
el amor embriagante
y el vino del placer en tu mochila!