2. Mundos

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Éramos él y yo contra el mundo. Y te lo digo, Amir Jan: al final, siempre acaba ganando el mundo. Así son las cosas. 

Khaled Hosseini  [Cometas en el cielo]


Jongin

Sintió de repente un punzante dolor en la parte superior de su craneo, justo en el nacimiento de su pelo. Era un dolor tan atroz que sentía que su cabeza iba a partirse por la mitad, un dolor que hasta lo cegaba haciendo que de repente su visión se volviera borrosa y solo pudiera ver sombras oscuras y manchas débiles de luz amarillenta. Cuando Jongin llevó sus manos a su rostro y con los dedos acarició la superfície de su pelo, notó que algo solido y duro empezaba a surgir en ambos lados de su cabeza, algo de diámetro redondo que crecía a ritmo lento.

El pánico lo invadió como una brisa fría. Con sus uñas intentó rasgar la masa dura para poder quitársela, intentó arrancársela con toda la fuerza que le quedaba pero ésta no dejaba de crecer y crecer y cada vez hacerse más y más dura, tanto que tenía el mismo tacto como el de un hueso. La masa creció alargándose y encorvándose, hasta al punto de tener la misma largada que la palma de su mano.

Jongin no podía reflejarse en ningún sitio, no podía ver con exactitud su nueva imagen ni conocer la magnitud de su cambio. No obstante, cuando acarició la superficie rugosa de lo que se formaba allí sabía con certeza que era ya demasiado tarde para él.

No tenía que verse para saber que lo que tenía en su cabeza eran dos cuernos completamente simétricos. Eso solo podía significar una sola cosa y Jongin aún se negaba en creerlo.

Cuando el dolor de su cabeza desapareció, otro tipo de dolor se hizo presente, un dolor mucho más fuerte y mortificante. Nació desde el centro de su pecho hasta la parte superior de su espalda, allí donde antes había tenido sus alas.

Jongin se desplomó al suelo en jadeos de sufrimientos. Parecía como si algo de dentro de él rasgara su piel con miles de cuchillos para poder escapar, como si su piel fuera una simple tela elástica que alguien tiraba y tiraba hasta romperla. Se doblegó y abrazó sus rodillas mientras sintió que todo su cuerpo perdía el único rastro de calor que aún conservaba.

Jongin no quizo alargar las manos para ver qué era lo que realmente tenía en su espalda, pero pudo hacerse una idea. Lo había visto en sus libros de cuando era pequeño y en los dibujos en el techo de los templos del cielo. Había visto los cuernos y las alas oscuras, las sonrisas perversas y la mirada malvada. Eran la representación de los monstruos, esos seres malvados de todos los cuentos de miedo que le habían contado cuando era pequeño.

Eran lo seres que los ángeles tenía que exterminar y odiar.

No supo cuánto tiempo pasó así, en ese estado, atrapado entre la consciencia y la inconsciencia y sintiéndose como si realmente fuera a morir, pero cuando por fin sintió que el dolor iba desapareciendo poco a poco, un sentimiento de alivió invadió su pecho.

Se levantó con pesar, como si fuera un pájaro de fuego que había resurgido de las cenizas. Se sintió de repente lleno de fuerzas, la energía fluía por él, haciendo que se sintiera ansioso, hambriento de actividad.

Jongin sabía en qué se había convirtiendo pero dejó de importarle cuando sintió el peso de otras alas en su espalda, cosa que a esas alturas ya se sentía casi familiar. Dejó de importarle porque en ese momento fue lo único que pudo substituir todo el dolor que sintió. Hizo que se sintiera como si estuviera vivo de nuevo, como respirar el primer bocado de aire luego de años bajo el agua.

Chaos (Angelus II) [Kaisoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora