Capitulo - 25

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LiamPOV

La verdad es que puedo ser el hombre más cabrón del mundo pero eso sí, nunca tendría el nivel de ser yo quien se avergüence de Michelle, ella me supera y no estoy hablando de dinero, sino como persona, su destreza, a veces tan niña, con sus berrinches y hasta eso me gusta de ella, la única con derecho de avergonzarse podría ser ella de mí, no yo de ella.

Estamos sentados en la maldita mesa del centro del evento, eso es para vernos en HD, primero quieren hacer un pequeño desfile, para luego pasar a la puta cena, y hablar con los dueños de la firma y bla, bla, bla.
No sé, ni porqué acepte venir.

— ¡Me encanta! Natalia va a modelar —dice Michelle muy emocionada, sentada a mi derecha y se ve tan sexy en ese jodido vestido. No aguanto más y por debajo del mantel acaricio su muslo que esta desnudó por la forma del vestido y, la beso en los labios, esos labios que me saben a leche y miel.
— ¿Sabías que eres deliciosa? —digo en su oído y se sonroja, esconde el rostro. —Hey, levanta el rostro venga.
—Eres idiota. —escupe, y yo la observo con las cejas enarcadas.
— ¿Le estas diciendo idiota a tu jefe? Esta usted mal Señorita Michelle.
—No, no le estoy diciendo, idiota, a mi jefe.
— ¿A, no? ¿A quién entonces? —Cuestiono
—A mi sexy esposo—dice levantado el dedo donde esta el anillo. Sonrió, ya no me sirve de nada querer alejarla o cubrir mis barreras, porque estas se fueron a la misma mierda.
— ¿Me crees sexy?— susurro en su oído y ella se sonroja y tiembla, amo saber que tiembla por este macho Alpha y que le gusta mi capitán,
Sí sigo pensando así, tendré que irme antes de tiempo para la casa.

—Liam ya —me reprendió y solo Sonreí y le di un casto beso.

El desfile dio inicio, no sin antes, el dueño que ni me aprendí el nombre, nos presentó como pareja del año y mucha mierda más, quiso que hablará pero fue un rotundo no.

Me remuevo en la cama, y lo que siento es la desnudez de Michelle, su piel de seda que hace fricción con la mía, al moverse ella también en mi pecho y su pie envuelto al mío. Podría acostumbrarme a esto. Pero tengo miedo a ir muy lejos con ella y después arrepentirme.

—Pequeña —digo con la voz ronca.
—Buenos días —dice ella separándose de mí, y sentí un vacío que no me gusto—Vamos levanta tu trasero de ahí, que tengo que quitarte los puntos de la herida.
Abrí los ojos como platos.
—No, jamás me lo quitarás tú, llamaré a mi doctor. No confió en ti.
— ¿No confías en mí? —llevó las manos a su pecho fingiendo que mi comentario le ofendió, me carcajee.
— ¿Se te olvida quien me hizo esto? —señalo mi herida.
—Yo, y si tengo que hacerlo otra vez lo haría, a veces eres un idiota —me sonríe, como si no acabara de ofenderme.
—Pagarás al haberme dicho eso, ¿sabes? —la amenazo. Y ya mi efecto de hombre frío y malo no le hace nada, se echa a reír. — ¿Que es gracioso Michelle? —digo serio y ella sin para de reír dice
—Tu, a ver ¿cuál sería mi castigo? —me cuestiona "seriamente" más no digo nada y empiezo hacerle cosquillas, su risa es lo más lindo, y me he propuesto que a pesar de ser yo un maldito cabrón, haré todo lo posible para que esa risa y su sonrisa de princesa no se vaya de ella.
Soné hasta marica.
¿Qué has hecho conmigo Laysha?
Me subí en ella y le seguí haciendo cosquillas.
—P-para.... P-por....f-favor
—Este es su castigo señorita.

Al estar encima de ella y desnudos, pues una cosa llevo a la otra y tuve una de las mejores mañanas, la verdad es que he tenido muchas y puedo decir que en todas, esta Michelle.

Es sábado, y a pesar de que debo arreglar algunos asuntos con los hoteles, decidí no ir a trabajar hoy, primer día desde los 18 hasta los 27 años que tengo cumplido casi recientemente, que falto a mis obligaciones.

La maldición y el placer de amarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora